Todo es olvido; la memoria se construye sólo a partir de los hilos sueltos que deja el olvido, y todo en este mundo es olvido. Porque la memoria se desgarra con el tiempo, y mientras siempre se está reconstruyendo, el olvido en cambio nunca detiene su paciente trama. Vivimos escapando, pero a todos nos alcanza, también a los grandes, también a los poderosos, los que perduran: porque el olvido todo lo puede, y siempre aplasta con su suela lenta, gradual e implacable a todo lo que se mueve y lo que vegeta. Y entonces, sólo quedan las historias, las falsas y las verdaderas, lo mismo dan, los héroes en su heroísmo, los villanos en su maldad absoluta, los santos en el cielo y Dios en todas partes; nuestra propia historia se confunde y se trama con mentiras, con inventos, con cuentos, con ilusiones, con sueños dormidos y despiertos, y nosotros mismos nos transformamos en historia primero, y en olvido al final. Lo sabemos: los que perduran no lo hacen por completo, y el resto no escapa al olvido de los que también serán olvidados.
Todo es olvido, hasta incluso la memoria, y la mentira trata de llenar los huecos de ese olvido. La verdad y la mentira se hermanan en la historia, entonces es absurdo preguntarle la verdad a la historia, porque la historia es la memoria tejida por débiles hilos de inexactitudes, imágenes confusas, falsedades y malas intenciones; las muchas formas de la mentira, a quien le pedimos que simplemente se parezca a la verdad, que en fin sólo es lo que nos parece ser verdad.
La historia que contaremos es mentira, porque en parte fue verdad. La historia que contaremos es un retazo del olvido, un hilo suelto anudado con fantasías. La historia que contaremos nunca ocurrió tal cual como aquí se cuenta, porque una cosa son los hechos y otra las historias. La historia que vamos a contar es Historia y es Mentira, porque sus personajes en parte no existieron, pero seguramente lo hicieron en algún tiempo y en algún lugar que no fueron estos, pero en este espacio y este lugar pueden haber vivido, y entonces empiezan a existir.
Mentira, olvido e historia, y un espacio para el recuerdo de lo que no fue y lo que pudo haber sido. Memoria, recuerdo y el tiempo, y dónde. Fragmentos de la memoria que se puede estar perdiendo. Hombres y mujeres en un país que no es país, un pueblo aislado del resto de ese país que aún no es país; un pueblo y un río cercano al mar, que crece y arrasa, que baja y que encalla; un río de canales invisibles que sólo navegan los expertos, un río que para pocos es camino. Un pueblo cercado por un río y por salvajes amistosos, aunque nunca se sabe, aunque parezca que se sabe. Un mar de mar, cercano aunque algo distante de un lado; un mar infinito de lanzas al otro lado; lanzas amigas a veces, enemigas de todas las demás lanzas las otras. Un pueblo de olvidados, que sólo puede sobrevivir con la mentira que se inventa cada día, sin pasado, sin salida, de futuro impensable, de presente. Y en el espacio del olvido, hombres altos como sus lanzas que fueron confundidos con gigantes por los antepasados de los que unos años atrás fundaron ese pueblo al que bautizaron con el nombre de una virgen y el de un mito. Un pueblo cruza de virgen y de mito al que llamaron Carmen por la una , de Patagones por lo otro; un nombre como todo nombre, hecho para el recuerdo, el hilo más fuerte que resiste al olvido. Porque lo nombres resisten, porque la frágil memoria humana no puede recordar algo que no tiene nombre, y sólo perduran los nombres, con un significado que arrastra al recuerdo de lo que no necesariamente sea verdad. Nombre de virgen como ese país que aún no tiene nombre, nombre de mito para construir un espacio de cazadores de aventuras, ese tipo de historia que más que ninguna otra, necesita de la mentira.
Porque esta historia es tan falsa, que por ello es más verdadera.
Y los hombres: los de cerca son del mundo más lejano que tanto esperó a que lo descubrieran, son los últimos hombres quizás, en poblar la tierra; y los otros hombres, los lejanos de allende el mar, los de más al Norte, que vinieron a dominar, los que hablan la lengua de los poetas, los que conocen ambos polos navegaron todos los mares, y los que nacieron en la jungla imposible y vinieron a descubrir América encadenados. Y las mujeres, duras como la tierra seca, blandas como la arcilla del Río Negro, gentiles como las tardes de primavera, imprevisibles como las crecientes, negras como la noche, hermosas como el pecado. Mujeres para cada hombre, para los del mar y los de la tierra, para los de las salinas cercanas, para los de recuerdos demasiado lejanos. Y también, hombres para los que no hay mujer alguna. Mujeres bien dadas al abrazo de todos los brazos, mujeres que calman la sed, y otras que la dan. Mujeres que dan hijos y otras que dan placer; hombres que hacen hijos sin placer. Y otros hombres y mujeres nacidos del amor sin placer y del placer sin amor. Así será el Carmen de Patagones de Río Negro en el que quizás nunca haya ocurrido esta historia que quizás en parte sí haya ocurrido, y quizás sea como las hilachas de aquellas banderas cortada en tiras, que dicen que unos héroes casi anónimos que quizás se parezcan a estos, supieron arrancarle al imperio invasor.
Y porque las fechas son el nombre que le ponemos al tiempo, diremos nada más: un 7 de marzo de 1827.
Todo es olvido, hasta incluso la memoria, y la mentira trata de llenar los huecos de ese olvido. La verdad y la mentira se hermanan en la historia, entonces es absurdo preguntarle la verdad a la historia, porque la historia es la memoria tejida por débiles hilos de inexactitudes, imágenes confusas, falsedades y malas intenciones; las muchas formas de la mentira, a quien le pedimos que simplemente se parezca a la verdad, que en fin sólo es lo que nos parece ser verdad.
La historia que contaremos es mentira, porque en parte fue verdad. La historia que contaremos es un retazo del olvido, un hilo suelto anudado con fantasías. La historia que contaremos nunca ocurrió tal cual como aquí se cuenta, porque una cosa son los hechos y otra las historias. La historia que vamos a contar es Historia y es Mentira, porque sus personajes en parte no existieron, pero seguramente lo hicieron en algún tiempo y en algún lugar que no fueron estos, pero en este espacio y este lugar pueden haber vivido, y entonces empiezan a existir.
Mentira, olvido e historia, y un espacio para el recuerdo de lo que no fue y lo que pudo haber sido. Memoria, recuerdo y el tiempo, y dónde. Fragmentos de la memoria que se puede estar perdiendo. Hombres y mujeres en un país que no es país, un pueblo aislado del resto de ese país que aún no es país; un pueblo y un río cercano al mar, que crece y arrasa, que baja y que encalla; un río de canales invisibles que sólo navegan los expertos, un río que para pocos es camino. Un pueblo cercado por un río y por salvajes amistosos, aunque nunca se sabe, aunque parezca que se sabe. Un mar de mar, cercano aunque algo distante de un lado; un mar infinito de lanzas al otro lado; lanzas amigas a veces, enemigas de todas las demás lanzas las otras. Un pueblo de olvidados, que sólo puede sobrevivir con la mentira que se inventa cada día, sin pasado, sin salida, de futuro impensable, de presente. Y en el espacio del olvido, hombres altos como sus lanzas que fueron confundidos con gigantes por los antepasados de los que unos años atrás fundaron ese pueblo al que bautizaron con el nombre de una virgen y el de un mito. Un pueblo cruza de virgen y de mito al que llamaron Carmen por la una , de Patagones por lo otro; un nombre como todo nombre, hecho para el recuerdo, el hilo más fuerte que resiste al olvido. Porque lo nombres resisten, porque la frágil memoria humana no puede recordar algo que no tiene nombre, y sólo perduran los nombres, con un significado que arrastra al recuerdo de lo que no necesariamente sea verdad. Nombre de virgen como ese país que aún no tiene nombre, nombre de mito para construir un espacio de cazadores de aventuras, ese tipo de historia que más que ninguna otra, necesita de la mentira.
Porque esta historia es tan falsa, que por ello es más verdadera.
Y los hombres: los de cerca son del mundo más lejano que tanto esperó a que lo descubrieran, son los últimos hombres quizás, en poblar la tierra; y los otros hombres, los lejanos de allende el mar, los de más al Norte, que vinieron a dominar, los que hablan la lengua de los poetas, los que conocen ambos polos navegaron todos los mares, y los que nacieron en la jungla imposible y vinieron a descubrir América encadenados. Y las mujeres, duras como la tierra seca, blandas como la arcilla del Río Negro, gentiles como las tardes de primavera, imprevisibles como las crecientes, negras como la noche, hermosas como el pecado. Mujeres para cada hombre, para los del mar y los de la tierra, para los de las salinas cercanas, para los de recuerdos demasiado lejanos. Y también, hombres para los que no hay mujer alguna. Mujeres bien dadas al abrazo de todos los brazos, mujeres que calman la sed, y otras que la dan. Mujeres que dan hijos y otras que dan placer; hombres que hacen hijos sin placer. Y otros hombres y mujeres nacidos del amor sin placer y del placer sin amor. Así será el Carmen de Patagones de Río Negro en el que quizás nunca haya ocurrido esta historia que quizás en parte sí haya ocurrido, y quizás sea como las hilachas de aquellas banderas cortada en tiras, que dicen que unos héroes casi anónimos que quizás se parezcan a estos, supieron arrancarle al imperio invasor.
Y porque las fechas son el nombre que le ponemos al tiempo, diremos nada más: un 7 de marzo de 1827.
5 comentarios:
Es un tema fantástico para desarrollar en varias páginas, y está muy bien contado. Pienso que deberías hacer pequeños textos sobre el tema, como flashes por las limitaciones del blog. Gente de vista agil (no es mi caso) y, ya en mi caso, de atención dispersa. Maestro, usted lo pensará mejor que como yo lo expreso. Fue muy bueno abrir el blog. Ya me quedo aquí. Hasta luego.
Que chabón grosso!
Por cierto me siento orgulloso de venir a profanar lo sabio y estético de tu weblog con mi lenguaje de barrabrava venido a más.
Además, sumo a esta serie de cosas positivas el hecho de que FIGURO EN LOS PADRONES así que voy a votar a Perón.
Y gracias por darme una familia tan PRO!
Bienvenido al mundo de los ciudadanos indecisos, que parecía tan lindo cuando entrabas al cuarto oscuro, de la manito conmigo. Llegó finalmente el momento. Aclaremos que lo de votar a Perón es una forma de decir, ya que como nos da fiaca leer, siempre buscamos la boleta que tenga su cara, aunque esta vez me parece que voy a buscar la de super hijitus, porque me trae lindos recuerdos de la infancia.
Hola!
Soy amiga de tu mamá, soy de Costa Rica y recién la conocí en Bs As, pasaba por acá y me encanta, seguiré viniendo y ya te enlacé con mi blog!
Aprender al olvidar es un arte. Como entrenamiento para dominar este arte hay que aprender un arte menos complicado: recordar. La memoria y el olvido pueden ser grandes amigos entre sí, o grandes enemigos. Lo importante es que ambos sean nuestros grandes amigos y nunca nuestros enemigos...
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