sábado, 22 de septiembre de 2007

"El jardín de las delicias"

Perséfone era una de las tantas hijas de Zeus, y para colmo, una de las tantas ilegítimas. En una familia de pervertidos divinos (después de todo eran divinidades), la prosapia de Perséfone no era nada del otro mundo (¿de éste?): su madre era Démeter, la hermana mayor de su padre, la que a su vez no era la favorita siquiera, ya que papá-tío Zeus estaba casado con su otra hermana, la celocísima Hera. Por todo esto, queda claro que la joven y hermosa diosa no gozaba de una posición estable en el Olimpo, a diferencia de los hijos legítimos, fruto del incesto real. Solía vivir muy lejos de los demás dioses, siendo una diosa de la naturaleza, anterior a esos inventos modernos de plantar semillas y cultivar plantas. En la tradición olímpica fue cortejada por sus hermanastros, los dioses Hermes, Ares, Apolo y Hefesto, pero su madre rechazó todos sus regalos y alejó a la hija de la compañía de los dioses. Así, llevaba una vida pacífica hasta que, como era de esperarse en semejante familia, no tardó en aparecer el tío degenerado, venido del propio infierno. El mito resume el hecho violento a lo que podría ser hoy el guión de una película XXX: Perséfone estaba recogiendo flores inocentemente con algunas ninfas (las siempre vírgenes Atenea y Artemisa, según el himno homérico, o Leucipe, o algunas Oceánides, según otros) en un campo en Enna cuando Hades apareció, emergiendo de una grieta del suelo. Las ninfas fueron transformadas en las Sirenas por no haber intervenido, Artemisa y Atenea en nada, porque sí eran favoritas de papá Zeus, aunque fueran también ilegítimas.
Pero si bien esto era cosa de todos los días en la familia olímpica, en el mundo de acá abajo la vida quedó paralizada mientras la desolada madre Deméter (diosa de la Tierra) buscaba por todas partes a su hija perdida. Ya se sabía, tanto entonces como ahora no es recomendable hacer calentar a la tierra. Helios, el sol, que todo lo veía, que era bastante buchón, y sí que sabía hacer calentar a la Tierra, terminó por contarle lo que había pasado. Ese sería el primer antecedente del calentamiento global. Finalmente, Zeus no pudo aguantar más la agonía de la tierra y obligó a Hades a devolver a Perséfone, enviando a Hermes para rescatarla. La única condición que se puso para liberar a Perséfone fue que no probase bocado en todo el trayecto(¿primer antecedente de anorexia en jóvenes modelos?), pero Hades la engañó para que comiese seis (o cuatro, según las fuentes) semillas de granada, que la obligaban a volver al infierno cada año un mes por cada semilla. En algunas versiones, Ascálafo contaba a los demás dioses que Perséfone se había comido voluntariamente las semillas de granada, después de todo, parece que el tío Hades tenía lo suyo, era puro fuego. Como sea, cuando Deméter y su hija estaban juntas, la tierra florecía de vegetación. Pero durante seis meses al año, cuando Perséfone volvía a los infiernos, la tierra se convertía de nuevo en un erial estéril. Fue durante su viaje para rescatar a Perséfone del inframundo cuando Deméter reveló los misterios eleusinos. En una versión alternativa, Hécate rescató a Perséfone. En la versión más antigua la temible diosa Perséfone era la propia Reina del Inframundo (Burkert, Kerenyi). En algunas versiones Deméter prohíbe a la tierra dar frutos, en otras está tan ocupada buscando a Perséfone que no se ocupa de ella, y en algunas la profundidad de su desesperación hace que nada crezca. Este mito puede ser interpretado también como una alegoría de los rituales matrimoniales de los antiguos griegos, que sentían que el matrimonio era una especie de rapto de la novia de su familia por parte del novio, y puede haber explicado los orígenes del ritual del matrimonio. La más popular interpretación etiológica de las estaciones puede haber sido una visión posterior.
Moraleja: si fuerzas a una mujer a que sea tu esposa, debes estar dispuesto a dormir con la reina de los infiernos.
Mientras tanto, a trabajar Goliardos, hay una primavera que hacer florecer. Hagamos propicio el encuentro de la reina infernal con su madre. Mantengámoslas distraídas, después de todo son diosas, sólo basta con piropearlas hábilmente.
PD: Un saludo para Laucha, que cerró el equinoccio en una radio de Pilar, entrevistado y tocando un acústico en vivo, junto a sus compañeros de Jheronimus Bosch. Valga la referencia, entonces a El jardín de las delicias. Y ojalá que eso sea nuestra primavera goliardesca.