martes, 30 de diciembre de 2008

El año nuevo no deseado.



Siempre pensé y dije que como ser humano, sentía vergüenza y horror por el holocausto judío, por que seres de mi mismo género humano le hayan hecho eso a otros seres humanos. Siempre pensé y dije que el racismo es una de las formas más aberrantes del salvajismo y el atraso humanos. Siempre pensé y dije que los animales son incapaces de hacerle eso a otros animales. Quizás, estas afirmaciones sólo sean formas del lugar común, pero el horror no puede ser un lugar común, debe espantarnos vivamente, movilizarnos y comprometernos, aunque sea en pequeños actos que sumen, a la larga, o que levanten un clamor que algún día erradique para siempre el flagelo de la guerra de la faz de la tierra, o que, al menos, la guerra deje de ser un gran negocio que arroja grandes dividendos. Tal vez, esto último también sea un lugar común, pero hay ocasiones en las que los lugares comunes no dejan de ser grandes verdades.
Veo en los noticieros que en Gaza hay bloggers, como nosotros, que están escribiendo textos y editando imágenes "en directo", del infierno que están viviendo, literalmente bajo el bombardeo. Ante esta noticia, todo lo que uno pueda publicar desde otra parte del mundo, parece una banalidad.
Por causa de nuestra falta de lucidez, a veces disfrazada con los ropajes de la ideología, o de la objetividad o de la intelectualidad, al enfocar este problema de política internacional, podemos aventurar un juicio que justifica a alguno de estos dos bandos en pugna, y entonces, le damos la razón a uno o a otro, en absurdas "discusiones de café", distantes a miles de kilómetros que son abismos culturales e históricos mucho más inmensos aún. Si se justifica al estado de Israel, de inmediato seremos caracaterizados, seguramente, como reaccionarios pro imperialistas (o pro sionistas, inclusive). Si por el contrario, hacemos lo propio con los palestinos, otros nos tildarán de pro terroristas. Particularmente, veo las cosas de un modo completamente distinto.
Hace varios años conocí Israel, y guardo una serie de impresiones muy disímiles, que hicieron cambiar mis preconceptos anteriores. Yo pensaba que Israel, básicamente, era un país, un estado religiosa y culturalmente judío. Sin embargo, me encontré con que en todo ese pequeño país, palestinos y judíos viven apenas separados por calles angostas, cuando no, directamente mezclados. Es, por lo tanto, muy difícil trazar una frontera que separe a un lado y a otro a palestinos de judíos. De hecho, si uno camina por la maravillosa Ciudad Vieja de Jerusalén, encontrará a comerciantes de ambos grupos, y hasta de diversos orígenes, vociferando y regateando sus mercaderías, en una mezcla de lenguas que nos transportan a la Babel bíblica. Pero a pesar de esto, la tensión es permanente, y son siempre los palestinos los que se llevan la peor parte. Por desgracia, los ciudadanos israelíes de origen palestino (que muchas veces no tienen la ciudadadanía del país en el que nacieron), son tratados como sospechosos permanentes, y sufren, en su vida cotidiana, atropellos de todo tipo. Tuve la experiencia personal de viajar a la ciudad de Belén, distante a muy pocos kilómetros de Jerusalén, con mi familia, en un taxi compartido (una vieja limusine Mercedez Benz transformada en transporte colectivo), en el que viajaban otras cuatro personas más, además del conductor, todos de origen palestino, entre ellos, un sacerdote cristiano. Al salir de Jerusalén, y antes de entrar en Belén, nos detuvimos en un puesto militar con barreras, donde hicieron bajar, a punta de fusil, vociferando en hebreo (que desconocemos, ya que en Israel, la totalidad de la población judía habla ingés) a todos los pasajeros, menos a nosotros, que mostramos por la ventanilla nuestros pasaportes argentinos. Me sorprendió especialmente cómo el sacerdote era tratado, incluso, con mayor agresividad que el resto. Al llegar a Belén nos encontramos con una ciudad "tomada" por los cascos azules de la ONU, que son odiados irremediablemente por los lugareños, que sufren diariamente de los maltratos y abusos de estas tropas internacionales de ocupación. En la municipalidad de Belén, flameaba la bandera palestina, aunque ese territorio, no queda comprendido dentro de Gaza ni Cisjordania, sino que pertenece íntegramente al estado de Israel, pero el municipio tiene una abrumadora mayoría palestina.
Los límites de esa geografía humana, son imprecisos, e irremediblemente están ligados. En aquel viaje en taxi, comprendí que quienes vivían en Belén, se movilizaban a diario a trabajar a Jerusalén todos los días, y todos los días pasaban por lo mismo que a nosotros nos resultó una situación tensa. Israel es un territorio militarizado a un punto tal, que uno se acostumbra a la presencia permanente de soldados armados con fusil y con uniforme de fagina verde, en todos los sitios por donde uno vaya: por las calles, en los cafés (sentados y conversando en la mesa contigua), en los transportes públicos, en los locales comerciales. Otras veces, uno los ve apostados apuntando hacia las personas: esa es una señal indudable de que uno ha cruzado la vereda y ha ingresado en territorio palestino (dentro de la misma Jerusalén). El dato que no se puede dejar de lado, es que los ciudadanos judíosgozan de un alto nivel de vida, mientras que las condiciones socioeconómicas de los palestinos son paupérrimas.
No es mi intención proponer un debate sobre política internacional que excedería ampliamente mis posibilidades, sólo pretendo hacer un par de reflexiones, que, como afirmaba más arriba, implican correr el eje del enfoque a no tomar partido por ninguno de los dos grupos, sino a ver el problema como un eterno conflicto entre los intereses del poder político y económico contra la población, contra los civiles, contra la gente común y corriente. Es justo que se sepa, que la mayoría de la población israelí, los ciudadanos comunes, quieren la paz y la integración con los palestinos, y es justo que se sepa también, que otro tanto ocurre del lado palestino ¿Por qué entonces la paz y la integración parecen una utopía inalcanzable? Parecería que tanto al poder de un lado, como al del otro, no les conviene la paz, y entonces siembran y fomentan un odio, que a la larga lleva a una guerra donde el objetivo parece ser que un grupo elimine completamente a cada ser humano del otro grupo. Y creo que más allá de los nacionalismo, eso es lo que tenemos que ver en cualquier conflicto armado, una lucha de intereses entre dos estados (o en este caso, entre dos organizaciones terroristas) donde las verdaderas víctimas son las personas comunes. Por consiguiente, ante esta cuestión, no puedo ponerme a favor de Hamas o del Estado de Israel, ya que a ambos les interesa mantener el conflicto y sembrar más odio y terror para favorecer sus intereses. Desde ya, siempre resulta peor el terrorismo ejercido por el estado, y habrá argumentos históricos que justifiquen el surgimiento de grupos como Hamas, pero creo que se trata de una discusión bizantina, que nos llevaría a un debate del tipo "¿el huevo o la gallina?". y en última instancia, son cuestiones políticas que nunca reparan en las víctimas que siembran, a las que incluso denominan, cínicamente como "daños colaterales".
Ante todo este horror que puede sumirnos en la impotencia que lleva a la indiferencia, hoy quiero homenajear a la otra cara de la moneda, que creo que nos muestra un camino posible a seguir ante esta circunstancia. El homenajeinevitable es para un compatriota, que en mi opinión es el argentino más digno de orgullo, porque a la vez es un verdadero "ciudadano del mundo". Se trata de Daniel Barenboim.
Nació en Buenos Aires el 15 de noviembre de 1942, es un músico argentino de familia judía de origen ruso, nacionalizado israelí y español. Logró la fama como pianista, aunque con posterioridad ha obtenido gran reconocimiento como director de orquesta, faceta por la que es más conocido.
En 1952, la familia Barenboim se trasladó a Israel. Dos años más tarde, sus padres le enviaron a Salzburgo para que tomara clases de dirección con Igor Markevitch. El debut de Barenboim al piano se produjo en el Mozarteum de Salzburgo, Austria[] en 1952, en París ese mismo año, en Londres en 1956 y en Nueva York en 1957 bajo la batuta de Leopold Stokowski. En los años siguientes se sucedieron regularmente los conciertos por Europa, Estados Unidos, Sudamérica y el Lejano Oriente. Su primera grabación data de 1954.
Barenboim es el director musical de la Orquesta Sinfónica de Chicago, cargo al que accedió en 1991 en sustitución de Sir Georg Solti.
En 1999, junto con el escritor estadounidense de origen palestino Edward Said, al que le unió una gran amistad, fundó la Orquesta del Diván Este-Oeste, una iniciativa para reunir cada verano un grupo de jóvenes músicos talentosos tanto de origen israelí como de origen árabe. Por ello, recibieron ambos el Premio Príncipe de Asturias en 2002. En 2004 le fue concedido el Premio de la Fundación Wolf de las Artes de Jerusalén.
El 12 de enero de 2008, después de un concierto en Ramala, Barenboim aceptó también la ciudadanía palestina honoraria. Siendo el primer ciudadano del mundo con ciudadanía israelí y palestina, Barenboim dijo que la aceptó con la esperanza de que sirva como señal de paz entre ambos pueblos.

I hope that my new status will be an example of Israeli-Palestinian co-existence. I believe that the destinies of the Israeli people and the Palestinian people are inextricably linked.
Daniel Barenboim

Anhelo que mi nueva condición sea un ejemplo de coexistencia palestino-israelí. Creo que los destinos de los pueblos israelí y palestino están inexorablemente unidos.
Daniel Barenboim
[Fuente: Wikipedia]



Sería bueno reflexionar acerca de esta acción concreta, acerca de nuestras posibilidades de comprometernos concretamente con causas lejanas y cercanas por las que podemos aunque sea despertar conciencias desde nuestros lugares, hasta fomentar el desarrollo de una verdadera conciencia universal por la paz y por la verdadera defensa de los derechos de los pueblos frente a los abusos y atropellos del poder, sin fronteras. Hagámoslo nosotros, aunque sea desde nuestros lugares, ya que no nos están estallando bombas sobre nuestras cabezas, ni tenemos que escribir desde los escombros.
En este contexto, quizás sería muy frívolo desearles un feliz año nuevo. En su lugar, opongamos la fuerza de nuestros corazones a aquello que no deseamos para este año que comienza. Que así sea.

[Fotografía tomada de http://www.clarin.com/diario/2008/12/30/elmundo/i-01830737.htm, origen: AFP. Los cuerpos de cinco niñas de entre 4 y 17 años, pertenecientes a una misma familia, fueron sacados de entre los escombros, luego de un bombardeo en Gaza]
Daniel Barenboim: Sonata "Claro de Luna" de Ludwig van Beethoven. Tercer movimiento, presto agitato