Confieso, no sin cierta vergüenza, que recién leí La Ilíada a los 28 años. Fue durante unas vacaciones de invierno en Santiago de Chile. La leí con ansiedad y placer, después de comprar una edición usada, la de Verón editor, en un librería del hermoso barrio de Bella Vista.
Si bien antes había leído otras obras importantes, recién entonces pude comprender la contundencia del remanido rótulo de "grandes obras de la literatura universal". Y La Ilíada no sólo es una de las obras más antiguas que integra este grupo selecto (sabemos que en la Antigua Grecia, en el siglo de Pericles, La Ilíada ya era un clásico leído en las escuelas), sino que demuestra en cada página por qué es universal y de alguna manera eterna. No intento, desde ya, hacer un estudio en profundidad de la obra, materia para eruditos que escapa a mis posibilidades, ni tampoco dar una clase escolar, sino que sólo pretendo, de alguna manera, recuperar algunos sentimientos personales de lector común y corriente que son producidos por la obra. Y a la vez, también, terminaré exponiendo una experiencia de lectura personal.
Podemos comenzar, entonces, por señalar que en esa primera lectura fascinada de la obra, a lo largo de ese viaje por Chile, fue naciendo un viaje a Grecia, motivado por la obra de Homero y por la lectura de Los mitos griegos, de Robert Graves, una obra inolvidable, que dicen que formaba parte de las favoritas de Borges, y que es en parte, una buena forma de conocer el contexto monumental de la obra homérica, ese capítulo de la interminable trama mítica conocido como "El ciclo troyano", del cual La Ilíada es sólo un episodio. En esa primera experiencia me atraparon varias cosas, que trataré de ordenar. En primer lugar, llama la atención la peculiar concepción religiosa de los griegos, que no ven en sus dioses un ejemplo de virtudes, sino, por el contrario, un conjunto de vicios, caprichos y arbitrariedades. Los dioses son parte fundamental de la historia, la producen, juegan con los mortales como jugaría un niño hoy con un videojuego. No obran de acuerdo a altos principios, sino movidos por las más mezquinas pasiones personales. Desde el comienzo, observamos asombrados como Hera y Atenea desean la destrucción despiadada de Troya por despecho del concurso de belleza que Paris, el príncipe troyano, les hizo perder, para favorecer a Afrodita, quien lo había sobornado con el amor de la esposa de Menelao, la hermosa Helena, la más bella de todas (recientemente propuse en clase a Scarlett Johansonn para una versión actual, aunque después de haber visto en cine la lamentable Troya, mejor que no la hagan). Ese no es el tema central de la obra, ya que la historia transcurre en el noveno año de la guerra, pero la cuestión de los dioses está barajada de antemano. Cuando empieza la obra el dios Apolo castiga a los aqueos (griegos) porque el cabrón de Agamenón, comandante en jefe de la fuerza aquea y cuñado de la veleta Helena, ha ofendido y humillado a uno de los sacerdotes del dios, negándose a devolverle a su hija secuestrada y diciéndole que se haría vieja en su palacio, como una sirvienta y ramera ocasional. El sacerdote pide justicia, y el dios concede con gusto, su ego ha sido herido por un mortal soberbio, y esa actitud sólo le está reservada a los dioses. De aquí en más, se desatará una verdadera batalla de egos: los de los héroes y los de los dioses. Lo significativo es que ninguno quedará bien parado y todos desnudarán sus miserias. Apolo se vengará sembrando muerte en el campamento aqueo, Aquiles se atreverá a interpelar a Agamenón en asamblea pública, diciéndole que devuleva a la joven, y Agamenón responderá despojando a Aquiles de una esclava suya que había sido parte de su botín. No hay sentimientos, hay posesiones, hay egolatría y divismo, hay miseria moral. La respuesta de Aquiles se da a la altura de las circunstancias: se retira de la batalla pidiéndole a su madre-diosa que le ruegue al mismísimo Zeus que desfavorezca a sus amigos aqueos. Sin ir más lejos, hoy en día una hinchada de fútbol actual crucificaría a un ídolo por mucho menos. Pero en aquellos tiempos arcaicos, las batallas no se dirimían corriendo y pateando un esférico balón. Los dioses jugaban de otros modos más complicados. Y la pelota eran los mortales.
Continuará...
Confieso, no sin cierta vergüenza, que recién leí La Ilíada a los 28 años. Fue durante unas vacaciones de invierno en Santiago de Chile. La leí con ansiedad y placer, después de comprar una edición usada, la de Verón editor, en un librería del hermoso barrio de Bella Vista.
Si bien antes había leído otras obras importantes, recién entonces pude comprender la contundencia del remanido rótulo de "grandes obras de la literatura universal". Y La Ilíada no sólo es una de las obras más antiguas que integra este grupo selecto (sabemos que en la Antigua Grecia, en el siglo de Pericles, La Ilíada ya era un clásico leído en las escuelas), sino que demuestra en cada página por qué es universal y de alguna manera eterna. No intento, desde ya, hacer un estudio en profundidad de la obra, materia para eruditos que escapa a mis posibilidades, ni tampoco dar una clase escolar, sino que sólo pretendo, de alguna manera, recuperar algunos sentimientos personales de lector común y corriente que son producidos por la obra. Y a la vez, también, terminaré exponiendo una experiencia de lectura personal.
Podemos comenzar, entonces, por señalar que en esa primera lectura fascinada de la obra, a lo largo de ese viaje por Chile, fue naciendo un viaje a Grecia, motivado por la obra de Homero y por la lectura de Los mitos griegos, de Robert Graves, una obra inolvidable, que dicen que formaba parte de las favoritas de Borges, y que es en parte, una buena forma de conocer el contexto monumental de la obra homérica, ese capítulo de la interminable trama mítica conocido como "El ciclo troyano", del cual La Ilíada es sólo un episodio. En esa primera experiencia me atraparon varias cosas, que trataré de ordenar. En primer lugar, llama la atención la peculiar concepción religiosa de los griegos, que no ven en sus dioses un ejemplo de virtudes, sino, por el contrario, un conjunto de vicios, caprichos y arbitrariedades. Los dioses son parte fundamental de la historia, la producen, juegan con los mortales como jugaría un niño hoy con un videojuego. No obran de acuerdo a altos principios, sino movidos por las más mezquinas pasiones personales. Desde el comienzo, observamos asombrados como Hera y Atenea desean la destrucción despiadada de Troya por despecho del concurso de belleza que Paris, el príncipe troyano, les hizo perder, para favorecer a Afrodita, quien lo había sobornado con el amor de la esposa de Menelao, la hermosa Helena, la más bella de todas (recientemente propuse en clase a Scarlett Johansonn para una versión actual, aunque después de haber visto en cine la lamentable Troya, mejor que no la hagan). Ese no es el tema central de la obra, ya que la historia transcurre en el noveno año de la guerra, pero la cuestión de los dioses está barajada de antemano. Cuando empieza la obra el dios Apolo castiga a los aqueos (griegos) porque el cabrón de Agamenón, comandante en jefe de la fuerza aquea y cuñado de la veleta Helena, ha ofendido y humillado a uno de los sacerdotes del dios, negándose a devolverle a su hija secuestrada y diciéndole que se haría vieja en su palacio, como una sirvienta y ramera ocasional. El sacerdote pide justicia, y el dios concede con gusto, su ego ha sido herido por un mortal soberbio, y esa actitud sólo le está reservada a los dioses. De aquí en más, se desatará una verdadera batalla de egos: los de los héroes y los de los dioses. Lo significativo es que ninguno quedará bien parado y todos desnudarán sus miserias. Apolo se vengará sembrando muerte en el campamento aqueo, Aquiles se atreverá a interpelar a Agamenón en asamblea pública, diciéndole que devuleva a la joven, y Agamenón responderá despojando a Aquiles de una esclava suya que había sido parte de su botín. No hay sentimientos, hay posesiones, hay egolatría y divismo, hay miseria moral. La respuesta de Aquiles se da a la altura de las circunstancias: se retira de la batalla pidiéndole a su madre-diosa que le ruegue al mismísimo Zeus que desfavorezca a sus amigos aqueos. Sin ir más lejos, hoy en día una hinchada de fútbol actual crucificaría a un ídolo por mucho menos. Pero en aquellos tiempos arcaicos, las batallas no se dirimían corriendo y pateando un esférico balón. Los dioses jugaban de otros modos más complicados. Y la pelota eran los mortales.
Continuará...
18 comentarios:
Goliardo, no dejás de sorprenderme... contaste el argumento de la Ilíada de manera magistral...
sos genial...!
realmente.
mil besos
Me gustan las lecturas personales,las que tienen más que ver con la emoción que con el estricto estudio filológico. Preciosa recreación de una experiencia lectora única.
Tebgo un buen recuerdo de esa lectura a vuelo de pajaro que no obligaste a hacer a punta de pistola en primero ja. Me acuerdo mas que nada de que cada uno se identificaba con algun personaje, como con los caballeros del zodiaco que yo era el cisne y Lucas Cue era el dragon cuando ibamos a quinto grado...en la iliada no me acuerdo quien era yo, seguri que Aquiles no, me gustaba Ajax y Hector era grosso. Algun dia capaz vuelvo a mirarla y en una de esas me atrapa y no me deja salir...mientras tanto leo su buen resumen y rememoro cositas.
pd: HACE UNA CALOR, si escuche por ahi que se permitio ese uso del lenguaje. Es verdad ¿? menos mal que no hace dos entonces no .
Marcucho
Estimado Goliardo:
A lectura personal, traducción personal.
"Canta, Diosa, la cólera destructora de Aquiles, hijo de Peleo, que causó mil pesares a los aqueos, precipitando al Hades muchas almas vigorosas de héroes, mientras que sus cuerpos fueron botín de los perros y pasto de las aves (pero era la voluntad de Zeus la que se cumplía), desde que, al principio, discutieron y se separaron el hijo de Atreo, rex de hombres y el divino Aquiles".
O bien:
"Cantate una, che diosa, de la viaraza brava que le dio al Aquiles, el pibe de don Peleo, que metió a los griegos en flor de quilombo y mandó de cabeza pal horno a muchos guapos sin grupo que, ya fiambres, se los repartieron los perros y los caranchos; pero era lo tenía pensado el Dios Capo, después que se armó la bronca entre don Agamenón, hombre de predicamento, y el groso de Aquiles".
Cuál prefiere?
Otra vez yo.
A propósito de traducciones e interpretaciones, un par de apostillas tudescas.
En 2007, Deutschlandfunk (algo así como la Radio Nacional de estos pagos) emitió una versión leída de la Ilíada. La´audición contó con cierto éxito, y en la Feria del Libro de FRankfurt de este anio se presentó la obra en CD e impresa. Ahora bien, el autor de la traducción (tenía que ser una traducción nueva) es el austríaco Raoul Schrott, quien, paralelamente, inició investigaciones propias para llegar a dar con el Homero "auténtico". Dice haberlo encontrado en Cilicia (sur de la Turquía actual) en la persona de un esclavo asirio. En su opinión, la Ilíada contiene tantas referencias a mitos mesopotámicos que debe haber sido escrita por un chabón de aquellos pagos. De mod que la televisión oficial alemana, que encontró interesante el tema, decidió producir un documental al respecto y se lo invitó al tipo a presentarse en cuanto programa de literatura se emitiera (y hay varios). La tesis, sin embargo, es discutible y discutida: se armó un debate de órdago que llegó hasta el noticiero de las ocho (te imaginás algo así en Telenoche?). Finalmente, hace una semana se reunió, por esta causa, un congreso de filólogos griegos y asiriólogos para zanjar la discusión. Otro rebote de la cuestión fue la realización de una exposición de material arqueológico relacionado con el tema, que se encuentra por el momento (hasta enero) en una ciudad cercana a mi domicilio. Fui el sábado pasado y no pude entrar:´había dos cuadras de cola (y hacía un tornillo que te la debo).
Se podrá decir que se trata de una maniobra mediática (la nueva traducción en sí deja bastante que desear), pero es una maniobra mediática que tiene por objeto a la Ilíada (!), y no al High School Musical, no sé si me interpreta.
Razón tenía Xpina FdeK cuando dijo que el modelo a seguir era Alemania (ella lo dijo por la exportaciones, el desarrollo industrial, etc.; yo lo digo por cosas como esta).
Por ahora, nada más. (Ud. sabe que el tema me apasiona un tanto).
Khaire!
Como comprimir tanta emocion para que no desborde más de lo normal? (siendo que mis comentarios nunca son cortos)... a ver... mi primera reacción cuando leí el titulo no pudo ser otra que: "no! por dios!"
Ojitoo, que los guerreros de la Iliada eran fieros (aunque al parecer se daban uno que otro besito a escondidas) pero jamás huiria de ellos, fue como reencontrarme con un amigo que no veia hace años (y eso que solo pasó uno...). En segundo lugar, me encanta como habla de los dioses y así me atrevo a preguntar, asi les está dando clases a los de primero? porque sinceramente lo unico que está logrando es incentivarme a repetir, ya lo estoy pensando y todavia estoy a tiempo, eh? [ para poder desentrañar de vuelta al cid, terminar el Quijote, hablar una y otra vez de Guillermo y sus locuras, y por qué no del estrambotico mundo de Dante?(parece que hago re-making de peliculas de Disney), esperar que cambie la Celestina por otra cosa, aunque me haya terminado gustando, pero es su culpa, siempre va a ser si culpa, como un alma esperanzada se impregna a la de un suicida].
Bueeno, como decía, si así está dando la Iliada tengo amplia envidia.
Y tercero, supongo, los comentario de "abbas cucaniensis" me agradaron mucho, el primero me hizo morir de la risa, y el segundo está muy interesante.
Un gusto, y esperando ansiosa las otras partes.
Nos vemos pronto pero no demasiado.
Muy divertida y acertada tu lectura de la Ilíada y también muy interesantes los comentarios. Espero con entusiasmo la segunda entrega.
En cuanto a Clarice, la que se considera su obra fundamental es "La pasión según GH", aunque no te la recomiendo como primera lectura, pues creo que resulta más interesante cuando ya se la conoce un poco a ella y algunas claves de su obra. Otra novela importantísima es la última publicada en vida "La hora de la estrella". Ésta sí la recomendaría como primera lectura, pues aunque aparecen los aspectos fundamentales de su pensamiento, no lo hace de forma hermética como en la pasión, sino que se presentan con frescura e inmediatez. Otra lectura muy recomendable para empezar es la antología de sus cuentos. Están publicados completos en Alfaguara.
Si no encuentras esta antología entonces te recomendaría las antologías parciales "Lazos de familia" o "La legiónn extranjera".
Sólo me queda agradecerte tu interés y la confianza. Espero que disfrutes con esa lectura y, lo hagas o no, sobre todo espero tu crítica. Me interesa muchísimo tu opinión. Mil gracias de nuevo y un afectuoso abrazo.
Pues yo he de confesar con autentica vergüenza que nunca he llegado a terminar de leer la obra. Y no sabría decir por qué ahora, poque de ésto hace ya demasiado tiempo. Sin embargo es una obra que siempre he llevado en mi pensamiento. Posiblemente azuzada por un primo mío que es un erudito de la obra. O tal vez por ello, me parecía inalcanzable. Sin embargo después de leer tu maravillosa experiencia lectora, creo que la retomaré con verdadera ilusión. Aunque mis ilusiones se van quedando rezagadas en pos de una realidad aplastante. Es un gusto leer post diferentes y disfrutar de la diversidad y quedarte de pronto eclipsada ante la Ilíada.
Un gran saludo.
Chas gracias, April: ya dejé comentario en su "blog" propio de usté.
Otrosí digo (yéndome un poco a la m*rda y de manera general),
Cro. Goliardo:
Porqué no saca de la lista de goliardos históricos al castrado de Pedro Abelardo, que nada tiene que ver con la goliardía, y pone al Cro. Arcipreste, que era uno de los nuestros?
Digo yo. No sé.
Gracias, querida Enredada, lo que pasa es que el original ayuda. Besos y abrazos.
Querida y admirada Marisa, efectivamente has dado en la tecla: a falta de instrumentos filológicos, buenas son las lecturas personales. Después de todo, esa relación personal que establecemos con el texto es lo que hace de la lectura un ejercicio exquisito y único. Muchas gracias por tus "aladas" palabras.
Marcucho querido, ex alumno cumplidor y dilecto, me encantó imaginarme a vos y a tus compañeros en el recreo "jugando" a ser uno u otro héroe. Yo también, por lo que se ve y se verá, elegiría a Héctor y a Ayax, después de todo son dos héroes tan parejos que las dos veces que se enfrentan quedan empatados. En cambio me antipatizan por igual Agamenón y Aquiles por agrandados, Menelao por flojo, igual que el carilindo cobarde de Paris- Como verás, yo también temgo mis preferencias.
Espero que la calor (forma poética arcaica, que era la regular en el castellano antiguo) te esté tratando bien, lo que es por este lado ¡Qué sofocón, señor!
Querido Abbas, sabía que este post lo iba a atraer como mosca al dulce. Y desde ya, su aporte es tan trascendente, que creo que ha despertado (merecidamente) más comentarios su comentario que mi entrada. Bienvenido sea. Me gusta su traducción, un poco más cristalina que la de Luis Segalá y Estalella que le doy a mis alumnos (como Marcucho y April). Pero obviamente, voy a opinar como el resto de los goliardos, la segunda versión no tiene punto de comparación con nada conocido, y hasta lo desafiaría a traducir todo el poema en ese tono.
En cuanto a lo que me cuenta de Alemania... No puedo más que envidiar, por estas pampas lo mediático es cada día más idiota.
También veo que ha hecho buenas migas con April, y no es para menos, parece que la chica nos seguirá los pasos por Puán, todo parece indicar que tiene ese virus, y como se verá, condiciones le sobran. Ahora que estoy corrigiendo tanto, saber que entre otras tantas, tengo que corregirle la prueba final, me da algo de aliento para leer algo interesante.
En fin, se agradece su aporte para toda la comunidad goliárdica. A propósito... yo al castrado lo quiero, no sé si por su historia con Eloísa (no los puedo disociar), pero es cierto que Juan Ruiz merece un lugar en la hermandad. Además hablaba nuestra lengua, y no creo que les moleste a nuestros hermanos peninsulares la reivindicación del compatriota.
La seguimos en el próximo post. Un beso de varón, con los dientes apretados.
Gracias Bel, me alegro de compartir impresiones sobre La Ilíada, uno de esos libros, para mí, a los que siempre se vuelve. Te agradezco especialmente tus recomendaciones sobre Clarice, creo que voy a empezar, por estos días, con los cuentos. Las ediciones de Alfaguara circulan por aquí. Desde ya, te lo voy a comentar, es lo menos que puedo retribuirte por tantos bellos regalos que me has hecho, entre ellos, este comentario con tus recomendaciones, que sin duda seguiré, tratándose de una especialista. Te mando un enorme abrazo.
Media Luna, si tuviera vergüenza por todo lo que no leí... En el caso de Ilíada, me pasa que es a esta altura tan íntima para mí, como si lo fuese de toda la vida, sin embargo, como lo cuento, tardó en llegar. En realidad, yo también tuve alguien como tu primo, que me azuzó a esa lectura tardía: es Abbas Cucaniensis, que comenta con entusiasmo en este post, y hace su traducción en dos versiones. El hombre sabe mucho más que yo del tema, empezando porque la lee en su lengua original. Un lujo, hay que aprovechar a gente así, y dejarnos contagiar ese entusiasmo. En cuanto a lo de la lectura, es cierto, el tiempo nos corre, a mí cada vez me cuesta más sentarme a leer ¡Y soy profesor de literatura! Pero vale, como proponía Macedonio Fernández, y Cortázar llevaba a cabo, la lectura salteada. Si es así, te recomiendo especialmente el Canto VI, que comentaré próximamente.
Más allá de todo, me sigo alegrando de tenerte por estos pagos. Te mando besos y abrazos.
Goliardo:
1. Mire si me voy a poner a traducir toda la Ilíada a lengua de compadritos y cuchilleros! Para muestra, basta un botón.
2. Lo del "castrato" lo digo porque será un personaje medieval querible, pero de goliardez, tenía poco. En cambio, el arcipreste...
3. Su último comentario, que lo recontra, que lo recontra.
Entre el recuerdo del clásico ylos comments de nuestro querido abbas, esto es un lujo!! Seguiré leyendo con creciente interés. Besos, como siempre.
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