sábado, 29 de noviembre de 2008

La Ilíada: una experiencia de lectura (Tercera Parte)


Retrato de familia


El momento de La Ilíada en el que quisiera detenerme particularmente es el Canto VI. Para empezar, es llamativo que este canto esté dividido en dos momentos, que presentan situaciones interpersonales llamativas para una narración épica.

En la primera parte del Canto, aqueos y troyanos combaten denodadamente. En el fervor del combate se encuentran Diomedes, héroe aqueo, y Glauco, caudillo aliado de los troyanos. No se conocen, y de manera arrogante se desafían mutuamente a decir quiénes son, partiendo desde sus antepasados ilustres. Al contarse su historia familiar, resulta que sus abuelos habían sido amigos, y por tal razón, juramentan no atacarse, renuevan la amistad, e intercambian regalos, estableciendo un pacto de no agresión individual.

Pero es a la segunda parte a la que quería llegar: en el fragor del combate, Héctor decide regresar a Troya para hacerle ofrendas a los dioses, pidiendo la victoria en el combate. En el camino comprueba la ausencia de su hermano Paris, el gran responsable de esa guerra, y al llegar al palacio lo busca con cierta indignación, y al encontrarlo en los aposentos de Helena, le reprocha que esté tan cómodo, rodeado de mujeres, en vez de estar peleando junto con sus compañeros. Acto seguido, pregunta por su esposa, Andrómaca, y tiene un diálogo con ella. Andrómaca le ruega a su esposo, con desesperación, que haga lo mismo que Paris, que no se arriesgue, que se quede en el palacio. Siendo el hombre más valioso de su patria, ¿qué necesidad tiene de exponerse tanto? Andrómaca le teme especialmente a Aquiles, quien en otras guerras fue el asesino de su padre y de sus hermanos. Adrómaca le pide a Héctor que no la haga viuda, porque entonces perdería todo lo que tiene, ya que Héctor es su esposo, su padre, su hermano. Héctor, con palabras dulces, le responde a Andrómaca que si él no pelea, la ciudad no tiene futuro, él debe estar allí, porque debe defender ese mundo amenazado por la voracidad aquea, él pelea para que su pequeño hijo tenga una ciudad en la que crecer y no sea esclavo de sus enemigos despiadados (sabemos que Héctor no se equivocaba, el niño morirá cruelmente asesinado por los aqueos, para evitar futuras venganzas). En ese momento, las criadas traen al niño. Héctor tiene un aspecto atroz, está tal cual llegó de la batalla: transpirado, con la tierra del combate íntegramente pegada al cuerpo, salpicado de sangre, oliendo a muerte, con el casco que le cubre la nariz y dibuja una expresión torva en sus ojos, con las negras crines de caballo coronando el casco sobre su cabeza de guerrero feroz. Al encontrarse con esta estampa aterradora, el niño llora. Héctor reacciona con ternura, se quita el casco con cuidado, se desarma, se limpia un poco la cara, se acerca al niño y le habla con dulzura, lo consuela, lo toma en brazos, le dice cuánto lo ama, que siempre recuerde que daría la vida por él. Y el niño se calma. Luego de esto, Héctor, arrastrando a su hermano Paris, vuelve al combate.Varios cantos más tarde, Héctor morirá cruelmente, a manos de Aquiles, ante la vista de sus padres ancianos, Príamo y Hécuba, ante la vista de la desesperada Andrómaca que verá cómo se cumplen sus temores más crueles.

Lo que me impresionó vivamente, es la inserción de ese cuadro familiar, que muestra el otro lado de la guerra, el más humano, el que no tiene época, pero que contrasta de manera tan significativa con la mezquindad de los aqueos y la caprichosa arbitrariedad de los dioses. Héctor es el verdadero héroe, sin dudas, y por eso, en este mundo, sólo le queda morir y ser horriblemente humillado, a un punto tal que el mismísimo Zeus tomará cartas en el asunto, obligando a Aquiles a que devuelva a la familia el cadáver del héroe que retenía para mancillar. La Ilíada cierra con los grandiosos funerales de Héctor, sabiendo que la suerte de Troya ya está echada: el héroe que luchaba por convicción fue muerto miserablemente, arrastrado y humillado. No habrá paraíso que lo cobije y lo reciba con honores. Más adelante, en La Odisea, el alma de Aquiles nos confirmará que ni siquiera los héroes gozan de privilegios (más allá de tener reservado un lugar especial), ya que son sólo sombras condenadas a añorar eternamente el mundo de los vivos. No hay, entonces ni el más mínimo asomo de esperanza o redención: la muerte de Héctor implicará una tregua, pero sus funerales preanuncian los de la propia ciudad por la que el héroe luchó inutilmente.




Continuará...

28 comentarios:

Daphne dijo...

wou!

Marisa Peña dijo...

Me encanta tu forma de compartir la ILiada. Cuando una lecura forma parte de lo que somos, de nuestra educación sentimental, se transmite ese sentimiento. Un abrazo amigo mío.

Goliardo dijo...

Bienvenida Daphne, gracias por dejar tu huella. Los goliardos te esperamos de vuelta por aquí: somos tipos algo toscos, pero sabemos apreciar la exquisitez y la elegancia ... que no tenemos. Saludos cordiales.

Goliardo dijo...

Gracias, querida amiga Marisa, defines muy bien lo de la educación sentimental: me gusta hablar de libros porque es compartir una parte nuestra. Este Canto VI en particular me maravilla por esa estampa del padre humano, más allá del guerrero feroz. Me agrada que podamos compartirlo. Un gran abrazo, poeta admirada.

April dijo...

aghh, odio las actualizaciones indeseadas, esas que te borran los comentarios. En fin, no me gusta repetir, vamos a resumir lo que ya habia puesto: Creo que podriamos catalogar toda la iliada en retazos, pero siendo asi quizas este canto podría ser el 'canto unico', una secuencia padre-hijo irrepetible, exceptuando tal vez al pobre Príamo mientras llora a su hijo ante Aquiles.
Lastima que en la literatura griega lo humano este tan breve y resumido, como si fuera un elixir intocable.
Con respecto a su respuesta en el otro post, yo creo que por más que conozca a otros cientos de ´Profesores cada uno tiene su tiempo y espacio, su huella y sus caracteristicas, y es usted el profesor de mi adolescencia y que me ha marcado un camino muy importante, quiero suponer. Es resumen diria que un Alejandro Lunadei no se cambia por nada, y tiene su pedestal inamovible.
besos.

charlotte dijo...

la pregunta es: dónde estaban ustedes cuando, mis compañeros y yo, tratabamos de analizar, -copa de por medio- epopeyas y tragedias?
Elegir y versionar algún canto con una idea brillante.
Me hubiese ahorrado y enriquecido mucho tomarme una copa de vino con ustedes a tiempo! (ja, ja)
Me hiciste sacar de nuevo la versión de bolsillo, ahora espera en la mesa.
Un abrazo grande!

Anónimo dijo...

Siempre me gustaron los escrítos donde se muestran las virtudes épicas. Las grandes riquezas humanas y como contraposición sus grandes miserias. Gocé leyendo la Odisea y luego la Ilíada en el colegio. Luego leí el Cid y me emocionó... me lo leí saboreando cada parte.

Ahora leo de todo, con decirte que he leído hasta Coelho! qué verguenza! jajaja... Pero de vez en cuando encuentro algo que realmente vale la pena... cuando me flaco bolsillo me permite comprarme algún libro interesante. El último que leí fue una biografía de Alejandro Magno... eso sí que valió la pena!! aunque tuve que pasar hambre hasta fin de mes jajaja.
Besos, Lore

Goliardo dijo...

April, me pongo colorado. Me incomoda la modestia, ya que puedo reconocerme alguna virtud, al menos que pongo ganas y me apasiona lo que hago, pero los pedestales ma dan vértigo. De todas formas, que una alumna que es una pieza única por estos tiempos, diga semejantes cosas... no te voy a negar que es un hermoso premio. Gracias de verdad.
En cuanto a lo que decís de La Ilíada, un clásico acierto tuyo de lectora atenta: es cierto que el Canto XXIV, el ruego del pobre Príamo ante Aquiles, tiene una especie de continuidad con respecto a éste, y ambos momentos son esas gotas de humanidad en medio de la crueldad de la guerra ¿Podemos leer a La Ilíada como texto anti bélico? Seguramente que no, pero por otro lado sí: expone las cosas de tal manera, que el lector puede leer eso, si es eso lo que le llega especialmente. Creo que debe tener que ver con las sucesivas refundiciones de las que hablaba Abbas: entre retazos muy diversos, digamos, rejuntados, la obra plantea diferentes puntos de vista, a veces contradictorios. Yo me quedo con esta visión cruel, salvaje y humana de la guerra, por eso sigo llorando, cada vez, al excelente Héctor: padre, hijo y guerrero por eso mismo. Gracias por todo, ya me estaba haciendo falta tu comentario, como en el aula. Te mando un abrazo de fin de año, y un 10 (diez) por adelantado.

Goliardo dijo...

¡Charlotte querida!¡Me pregunto lo mismo que vos!¿Dónde estabas? Nosotros andaríamos haciendo programas de radio en los que descubrimos el tango, y entonces comparamos ciertas letras con la poesía clásica latina (una vez lo llevamos al Profesor Alfredo Fraschini, tanguero y latinista). O quizás estábamos en mi departamentito de Olivos, con mis purretes chiquitos jugueteando por ahí, mientras Abbas comparaba el robo de las banderas entre hinchadas de fútbol con el robo de armaduras y cadáveres en La Ilíada. Por supuesto, las copas pasaban siempre llenas, pero las botellas quedaban vacías.
Ya que preparaste tu edición de bolsillo, tenela a mano, el vino nunca falta, y nos podemos juntar ahora. Eso sí, a Abbas se le va a complicar un poquito, pero en una de esas, en el 2009 lo tenemos por acá, y te pego el chiflido. ¡Un brindis por adelantado por el encuentro!

Goliardo dijo...

¡Bienvenida, Lorena! Veo que no te acobarda beber hasta el desmayo, jajaja.
Veo que en el colegio has visto los mismos textos que doy yo aquí, y desmentís una tendencia que yo siempre postulo: que a las mujeres no les suele gustar la épica. Me alegro que rompas esa regla y te hayas emocionado con el Cid: otro padre tierno, un esposo ideal. Si hay quorum, el Cid también puede llevarse unos post, si el público lo pide.
En cuanto a tus otras lecturas... ¿qué importa?, hoy por hoy leer y tener un cierto criterio selectivo es empezar el partido ganando por goleada ¡Hasta tenés cierta vergüenza por Coelho, jajaja!
No leí la biografía de Alejandro Magno, ese tocayo que alimenta mi ego desde niño, pero me imagino que no ha de tener desperdicio, con esa vida breve y tormentosa: a mí también me da vergüenza confesar que me gusta la novela histórica, a veces vituperada como moda. Pero, ¿cómo vamos a tener vergüenza por leer? Alguien dijo por ahí que vergüenza es robar ¿No te parece?
Es una enorme alegría recibirte en esta casa, espero que vuelvas, una lectora fina siempre es bien recibida en esta casa. Y ahora... ¡A beber, Lorena, nueva goliarda de nuestra hermandad!

Isabel Mercadé dijo...

Si las otras me han interesado o divertido, ésta me ha emocionado. Sólo gracias, Goliardo, y también yo voy a recuperar una obra que leí no en la escuela, ya en la Universidad y un poco a regañadientes.

Alicia M dijo...

Querido Goliardo, por algo tu hijo goliardico, mi querido nieto, a pesar de ser hincha de los aqueos, lloró por Hector en el final de la historia. Tenía razón, era el único con ideales. Un soñador de aquellos tiempos. No será que tiene razón el mencionado por Abbas? La Iliada estaría escrita por varios, en ese caso esta parte por algún contrario a los aqueos, u Homero sería un enemigo solapado que hace quedar mas hasta a los locos dioses!! Que se yo...se me ocurre. Me encanta esta lectura o re-lectura, a tu lado y como en clase!! Te quiero...un besote.

Goliardo dijo...

Madre del alma y de todas las cosas, que sería de mí sin tu incondicional estímulo hasta el día de hoy. Me pongo modesto: el que verdaderamente se lleva las palmas de estos post es Abbas, a quien siempre es un placer entretenidísimo escuchar o leer. Vos, que tuviste esa experiencia, podés dar fé de tal cosa. Te mando el beso más tierno, el del hijo agradecido de por vida ¡Te quiero, viejita linda!

©Claudia Isabel dijo...

Mi querido goliardo, debo confesar que no la leí, y que además hice trampa en el colegio y me copié...espero que mi profesora de literatura no lea esto, jajaja, porque era una alumna excelente. Lamentablemente en esa época me gustaban las de espionaje, si! asi como te lo cuento!!!
Prometo leerla y desasnarme para limpiar mi verguenza! ok?
Un abrazo

Goliardo dijo...

¡Qué feo lo de copiarse, Claudia! Mirá que a esta cueva goliárdica asisten alumnos míos, ¡qué van a pensar! (jajaja, te van a preguntar cómo se hacía "en tu época"). Si bien yo nunca me copié (de puro miedoso que era), creo que a mí también me hubiera roto un poco leer ese libraco en el colegio. De todos modos no importa, quedate con mi versión, o con la traducción del primer párrafo que hizo Abbas en comentarios anteriores. Mi idea no era hacer un post erudito, sino acercar algunos temas, como el llamativo cuadro tierno del imponente guerrero Héctor con su hijo en brazos. El próximo post es más enternecedor todavía, y además es el último y más personal. Qué se le va a hacer, a veces me agarra el ataque de ex estudiante de letras y se me da por esos temas, teñidos de cierto academicismo. Sabé disculpar, y gracias por visitarme. Te recomiendo el que viene. Grandes abrazos.

©Claudia Isabel dijo...

Goliardo, mi táctica tramposa no la voy a dejar acá ni loca, sería apología del delito escolar!!!

Voy a leer tu versión remixada entonces!!!
Un abrazo

Goliardo dijo...

En realidad, Claudia, te agradezco que no hagas apología del delito escolar acá, pero ... pago bien por recibir confidencialmente y bajo juramento esa información: siempre es necesario conocer los trucos de los alumnos, sobre todo para alguien que nunca se copió, como yo. Ya ves la paradoja: mi "honestidad" (o quizás cobardía) en este terreno, me transforma en un inútil para combatirlo.
Te mando un gran abrazo, con machete incluido.

April dijo...

Por lo general digo: No hay qué agradecer, es la verdad.
No sé, la verdad hay que agradecerla? o... bueno, no me voy a poner a filosofar aca.
Lo de Usted puede ser por lo que nos explico del significado que tenía antes de convertirse en "vos"? (quizas me estoy confundiendo, es fin de año y todo resulta nebuloso).----> Nota: le conteste el comentario en mi blog.
Estuve pensando, podría leerse la Ilíada como un texto anti-belico si nos concentramos en algunos puntos, claro. Hay que ver que toda la guerra es ocasionada por la tontería pasional de unos cuantos hombres, y a su vez puede ser frenada por la sabiduria y el amor limpio. La visión cruel es indispensable, y me gusta, porque soy ser humano y tendemos a inclinarnos a la morbosidad, es asi.

Suerte.

PD: Me gustaría ver la faceta egocentrica, hay que poder ver las dos caras de la luna, más siendo que soy una persona extra-curiosa.

A los que se han apagado.- dijo...

Uuuf me acuerdo de este librito eh!. Creo que de los que vimos en el IMDP fue el que mas me atrapó.
Sabés que a mi me consuela eso del "falta poco"? jaja es como un pequeño motor, no?. Encima cuando menos nos damos cuenta ya estamos armando el arbolito, haciendo el brindis y viendo los fuegos artificiales del primero de año para cerrar otro año u otra etapa...que loco

Obviamente profe, estás invitado a pasar por mi blog cuando gustes, ahora que estoy de vacaciones voy a plasmar un poco mas todo ahí porque ando con tiempo :)
Un abrazo, cuidate!

Goliardo dijo...

Una vez más se hace presente en esta casa la exquisita inteligencia de las nuevas generaciones, representada de manera única por la señorita April, alumna dilecta. Me resulta sumamente interesante lo que planteás, desde lo antíbélico a la crueldad. Creo que lo no moralizante que señalábamos antes, permite ver esas contradicciones. Interesante también lo que apuntás sobre el triunfo del "amor limpio", ya que lo que marca el fin de La Ilíada no es el final de la guerra, sino la devolución del cadáver de Héctor, cuando Aquiles se apiada del dolor del padre que perdió a su hijo, el anciano Príamo. Esa es también una linda escena para analizar, pero creo que tendrá que esperar para otra ocasión.
En fin, Sole-April, como siempre es un placer dialogar con vos, tanto personalmente como en este lugar, desde el cual nos seguiremos comunicando luego de los próximos días, ya que se nos terminan las clases. Y mirá lo que son las cosas, ya estoy extrañando el encuentro en el aula. Te mando un gran saludo, nos vemos mañana en el Colegio ¡Qué suerte!

Goliardo dijo...

¡Flora, qué bueno, a vos también te hice leer La Ilíada y te gustó! Me alegro que también contradigas mi teoría de que la épica es más para el gusto de los varones, porque justamente me quise detener en aspectos que no tienen que ver, en sí, con el combate, con la acción bélica, sino, de alguna manera, con la intimidad de los personajes.
Y ahora que "falta poco", también nos vamos a poder comunicar más seguido, aunque a mí todavía me quedan las mesas de examen. Mientras tanto, si querés, ponete cómoda y seleccioná del reproductor algunos temas de REadiohead, que hay varios ¡Vamos, que cada vez falta menos!

carmen jiménez dijo...

Querido Goliardo: Es justo ese retrato de familia lo que me confirma la inutilidad de todas las guerras. Tampoco me sirve las guerras por convicción ni por un mundo mejor. Parece mentira que desde la Ilíada todo siga igual. Parece mentira que el dolor de un hijo, de una madre, de una esposa...no sea suficiente para frenarlas. El dolor que siento me ciega. Voy a por la tercera.
Es un placer poder mirar más allá del libro que reposa en mi estantería.
Gracias a ti y a tus contertulios.
Un abrazo.

abbas cucaniensis dijo...

Estimados:
Estuve (y estoy bastante ocupado en estos días), pero me tomo un tiempito.
El gran profesor y mejor helenista Conrado Eggers Lan, a cuyas clases tuve el infinito gusto de asistir, solía comenzar sus cursos de filosofía griega precisamente con la Ilíada. Y tenía la firme convicción de que se trataba de un poema antibélico, producido a partir de la mentalidad mercantilista y colonizadora (diríamos "imperialista") de la Grecia del siglo VII/VI a.C. De modo que hay antecedente fundado (y mucho) para esa visión. Sin embargo, yo, como apunta Goliardo aquí, creo que, por las sucesivas refundiciones, la Ilíada tiene un poquito de todo, para todos los gustos. (Si no es por las refundiciones, cómo explicar muchas incongruencias argumentales? Por ejemplo, que tras diez temporadas de guerra Helena le presente a Príamo (recién entonces!) a los distintos jefes aqueos que ve desde la muralla, a los que conocía bien por haber sido estos pretendientes suyos en algún momento).
Y sí, decía yo también en alguna época que en las provocaciones de las hinchadas de fútbol, en su exhibición de "trofeos", hay algo épico. Pero mi referencia (se ve que había corrido mucho alcohol) era más precisamente al desafío de Leónidas a Jerjes en las Termópilas cuando éste le pide que entregue las armas (Molón labé: "Vení a buscarlas": flor de compadrada!)
Y a propósito, Goliardo, Charlotte, la mejor biografía de Alejandro Magno (al menos que yo conozca) es la de Robin Lane Fox ("Alexander the Great", publicada recientemente en castellano, aunque el original tenga ya 35 pirulines; y su volumen hermano "The Search for Alexander", una historia sobre cómo se formó la historia oficial de Alejandro). El tipo, además, fue el asesor de Oliver Stone para la película. Hay que decir que a Lane Fox le gustó el resultado final, a mí no; incluso aparece de extra (como oficial de caballería en alguna batalla).Otros libros suyos son "La versión no autorizada" (comentario textual de la Biblia, pero muy ameno) y "Pagans and Christians", la mejor historia del cristianismo primitivo que hay hasta el momento. Y, para no irme por las ramas, su última obra (que todavía no pude conseguir) salió este anio y se titula "Travelling heroes": trata sobre la mitología homérica. Así que todo cierra.
Au revoir!
(Pero antes, Goliardo: lamentablemente no tengo intención de viajar para allá en 2009. Mi referencia "lo comento en lo de Lunadei (a) Goliardo" era no a su casa propia de usté, sino a este "blog" propio de usté. Perdón por el malentendido. Claro que me gustaría, pero voy a tener un anio movidito, movidito...
Ahora sí, Auf Wiedersehen!

abbas cucaniensis dijo...

Upa! Me olvidaba!
A propósito de las novelas históricas: no creo que haya que juzgarlas como "históricas", sino como "novelas". El tema es lo de menos.
La cosa pasa, en realidad, por la imbecilidad mercantil que inunda la producción narrativa en estos momentos: se trata de vender, no de crear, y así hay novelas (históricas, policiales, "intimistas", "locas", etc.) hechas todas con el mismo molde, la misma receta: la que vende.
Pero, para no irme por las ramas otra vez, la mayoría de las novelas "históricas" que se publican ahora es una merda (Coelho es, como Chiquita Legrán, un "vendedor de fantasías", insustanciales ellas como insustancial él; la Allende, arrecetada y mustia; de los criollos diaura, mejor no hablar).
Pero también las hay (las hubo?) excelentísimas (las de la Yourcenar, por ejemplo, "Memorias de Adriano" y "Opus nigrum"); muy buenas (las de Graves, mayormente; el "Leonardo da Vinci" de Merezhkovski -un "gran olvidado", digno de un Indio Apachaca-; y cómo pasar por alto "Sinuhé el egipcio" de Mika Waltari); y pasables (innumerables). Entre los criollos (de antanio), creo que vale la mención a "Zama" de Antonio di Benedetto. O (y he aquí una rareza) una "novela histórica" avant la lettre como "Amalia" de José Mármol!
(Cabe aclarar que la biografía de Alejandro de Robin Lane Fox no es en modo alguno una novela, pero se lee incluso mejor que una novela histórica actual: es decir, es un libro de historia, pero bien escrito, con las citas y referencias amontonadas (literalmente) al final, para no entorpecer la lectura de corrido. Por suerte, los académicos ingleses (la mayoría de ellos) no han perdido el don del estilo. O bien no creen (como muchos de sus correligionarios) que el buen estilo se lleva a las patadas con el rigor científico. Ejemplo a imitar, muchachos, o a intentar imitar, al menos.
Arrivederci!

Goliardo dijo...

Media Luna querida y siempre bienvenida: comparto en un todo tu reflexión. Lo que más me impactó de esta historia es lo dolorosamente humana y absurda que resulta la guerra, y meterse en el relato es revolver esa herida que es forzoso que nos duela. Al horror hay que alimentarlo de espanto, para que no se olvide, y el ser humano ha hecho cosas espantosas por razones absurdas al extremo: el genocidio nazi o el de mi Argentina del "Proceso", o el de la Guerra Civil Española, son tristes ejemplos cercanos (siempre digo que tenemos que sentir vergüenza por compartir el género con los que hicieron semejantes cosas). Creo que mientras podamos mantener viva una sensibilidad frente al tema como la tuya, y si la pudiéramos multiplicar, quizás tendríamos la esperanza de poder terminar con esta epidemia algún día. Mientras tanto los poderosos, siguen moviendo sus fichas. Un gran abrazo de paz, querida mujer sensible, y hermana de letras.

Goliardo dijo...

Hermano Abbas, lamento lo de la visita, siempre tengo esa ilusión. Sigo celebrando igual cada una de sus pasadas por esta casa. A falta de asados en persona, o libaciones compartidas, nos queda este espacio donde encontrarnos. De todos modos, ya iría siendo tiempo de ir pensando en ir a visitarlo yo, así que vaya enseñandome a preguntar en alemán "¿Dónde queda la casa de mi hermano el gordo (dicho esto último con mucho cariño)?"
Bueno, espero que pronto le den tregua los teutones, y pueda hacernos disfrutar de más sabrosos comentarios. Aufidersen, taluego, hasta la próxima.

charlotte dijo...

Goliardos- Abbas: es una lástima lo del brindis, igual lo dejamos abierto quién te dice algún día...
Tomé nota de todos los datos, gracias Abbas.
Ahora acrecentan las ganas de esa mesa y esas copas...
Un abrazo para ambos (flor de líos habrán echo ustedes!)

abbas cucaniensis dijo...

Estimada Charlotte:
Oh, no tantos líos! Siempre fuimos, Goliardo y yo, más amigos de la mesa bien regada y la risa clara que de armar despelote.
Entre la lista de novelas históricas muy buenas, me olvidé, claro, de las de Eco. Sepan disculpar.
Goliardo, lamento desilusionarlo, pero c'est la vie. "Wo liegt das Haus meines Bruders, des Dicken (letzteres sei mit großer Zuneigung gesagt)?" (Que lo recontra).