miércoles, 24 de diciembre de 2008

Papá Noel en estado de coma.

Foto tomada con disparador automático durante la navidad de 1994, en en la habitación del Hotel Colón, en Arica, Chile.


A veces en las fiestas de fin de año desplegamos toda nuestra capacidad para hacer de la ocasión un momento digno de larga recordación. En mi familia hemos trabajado a veces arduamente en tratar de hacerlas inolvidables y para lograr ese cometido, nos hemos esforzado en darle a cada ocasión un ingrediente que las convirtiera en únicas e irrepetibles, y el modo más simple de hacerlo fue, muchas veces, cambiar el escenario cuando fuera posible. En tal sentido, la navidad más original de todas es la que pasamos en Arica, Chile, en el año 1994. Aquella vez habíamos ido a pasar nuestras vacaciones a Santiago, adonde vivían mi suegro, Alberto y su esposa Nélida, que para nosotros son, además de familiares, compañeros y amigos de muchos festejos, cenas y salidas memorables. Si bien el motivo del viaje era la visita, en vacaciones somos muy inquietos, y si tenemos la posibilidad de conocer lugares desconocidos, es difícil que nos quedemos varios días en un solo sitio. Por lo tanto nos programamos unos días para viajar desde Santiago hasta el extremo Norte de Chile, y desde allí, buscar la manera de llegar hasta Machu Pichu, partiendo antes de navidad, pero con la promesa de estar de vuelta sí o sí el 31 de diciembre en Santiago para pasar el año nuevo. Arica se prestaba, pues como una base ideal de operaciones para este loco viaje relámpago, ya que presentaba las comodidades como para recalar en navidad, desde un par de días antes, y hacer unos días de playa antes de seguir hacia Perú y emprender la vuelta. El viaje lo fuimos armando en el camino, como se verá, y terminamos volando desde Tacna a Cuzco ida y vuelta, y desde Arica a Santiago el 30, con pasaje comprado antes de la partida, para tranquilidad de Alerto y Nélida que temían que no pudiéramos tanto en tan pocos días, sin auto y con una hija de cinco años y otro de siete, sin automóvil. Nuestro espíritu aventurero nunca dudó de poder lograrlo, y así fue: el 31 de diciembre estuvimos de regreso, pero eso merece una historia aparte. El tema, en principio, fue la navidad en Arica, y el contraste con la navidad siguiente, que dejó a Papá Noel en estado de coma.

Lautaro y Maggie abren regalos y los exhiben con orgullo, en la habitación del Hotel Colón, Arica, Chile, navidad de 1994

No es difícil imaginarse las condiciones precarias de la navidad en esas condiciones: como turistas de paso e improvisados, nuestro alojamiento fue en un hotel, el Colón (si mal no recuerdo), frente a la catedral construida por la compañía Eiffel, a comienzos del siglo XX. Buena ubicación para pasar unos días tranquilos en esa hermosa ciudad, pero complicado para pasar el momento clave de la navidad con niños: la anhelada hora de los regalos. Una solución sencilla era comprar regalos y dejarlos en la habitación escondidos para la vuelta, el problema es que no conseguimos lugares donde ir a cenar esa noche, al menos a la altura de nuestro presupuesto. Nos sedujo, entonces, la idea de pasarlo en la habitación, improvisando una cena que no se privó finalmente de nada. El problema que puso a prueba nuestra imaginación fue cómo hacer para que aparezcan los regalos a la medianoche, y más aún, cómo hacer las compras de los mismos delante de los chicos sin que estos se dieran cuenta. Lógicamente salíamos a todos lados con ellos, no teníamos quien se quede al su cuidado, lo único que nos quedaba era que uno de los padres los distrajera con una “vueltita” a la manzana mientras el otro compraba y ocultaba en un bolso de mano el regalo sin envolver. Lo hicimos en el centro de Arica, pero un problema adicional se presentó: circulan por las calles “Viejitos Pascueros”, es decir, la versión chilena de Papá Noel, y Lautaro tenía la mala costumbre de ser un niño brillante y demasiado curioso, y comenzaba con las preguntas difíciles, “¿Por qué hay más de uno?”, “¿Por qué habla en “chileno”? ”, “¿Por qué hay tanta gente comprando en las jugueterías?” . Definitivamente, si queráimos mantener la fantasía infantil, debíamos alejar a los chicos de las jugueterías del centro, teníamos que simular un paseo en el que no se dieran cuenta que estábamos comprando juguetes a escondidas. La gente del hotel nos pasó el dato: había una feria que se hacía en un parque, con puestos callejeros de lo más variado y juegos para los niños. Llevamos disimuladamente una mochila vacía, y mientras los chicos pasaban por los puestos y pedían que les compremos, nosotros nos lamentábamos de no poder porque era muy caro, Lilian seguía de largo y yo cargaba el regalo comprado a espaldas de ellos en la mochila misteriosa. Así lo hicimos, y escondimos, la noche del 23, los regalos en la habitación del hotel. Al día siguiente, para envolverlos, Lilian simuló una severa descompostura que la encerró en el baño durante una hora, mientras yo trataba de obligar a los ansiosos niños a dormir una siesta imposible. El operativo de la medianoche era simple: salir a las calles a ver cómo se festejaba la navidad en Arica, y a la vuelta, unos diez minutos después, al volver a la habitación, los regalos aparecerían allí, como por arte de magia. Todo salió a la perfección, a pesar de la insistencia escéptica del peligroso Lautaro que insitía con quedarse en la habitación a ver como el Viejito Pascuero Papá Noel dejaba los regalos. Le preocupaba especialmente el hecho de que no teníamos arbolito, y quizás seguía de largo. Lo convencimos a duras penas argumentando simplemente que Papá Noel no se equivocaba nunca y no olvidaba regalos por el camino, nunca había fallado y aquella no sería la excepción, por lo tanto, no tenía sentido perderse la posibilidad de ver cómo se festejaba en otra parte tan lejana de nuestra casa. Aceptó a regañadientes, bajamos, y Lilian se escabulló, sacó los regalos del escondite, los desparramó, y mordió un papá Noel de chocolate para dejar huella de la gula del obeso repartidor de regalos. La emoción de los regalos, y la evidencia del crimen dejada por ese sujeto conocido, portador de tanto alias, lo conformó de momento, y quedó demostrado que Papá Noel también llegaba para niños argentinos de vacaciones en Chile, y el tema quedó archivado hasta el año siguiente.
Sin comentarios, Hotel Colón, Arica, Chile, Navidad de 1994.

Para la navidad del ’95, Lautaro ya era un joven intelectual de 8 años, y la historia de Papá Noel empezaba a hacer agua. Esta vez, pasamos la navidad en casa, y el niño racional y científico que estábamos criando necesitaba de la prueba empírica. El mismo 24 por la mañana me había dicho que pensaba que Papá Noel era un invento, no era posile desde ningún punto de vista lógico que una sola persona desplegara semejante capacidad logística en una sola noche. “¿Y si no existe, quién es entonces Papá Noel?”, lo desafié. “Ustedes”, me contestó sin inmutarse. No me dí por vencido, el esfuerzo del año anterior no podía haber sido tan en vano. Y desafié su lógica, diciéndole que el año anterior había estado con nosotros todo el tiempo “¿Cómo hicimos para comprar los regalos, entonces? “ Claro que confiaba en la efectividad de nuestro engaño, y así era, porque lo hice dudar y no supo que responderme, no se había dado cuenta de nuestras sencillas maniobras. De todos modos, la sospecha perduraba y me planteó seriamente que no quería que lo llevemos a ningún lado a la medianoche, ya que quería quedarse aguardar a Papá Noel en el momento de dejar los regalos en el arbolito. Esta vez no había interés turístico qua alegar, así que ensayé una respuesta casi desesperada, y le dije que a mí también me intrigaba la misteriosa cuestión del hombre del Polo Norte, desde mi infancia venían apareciendo regalos al pie del árbol y nunca había visto al célebre obeso de las risotadas. “Tenemos que acorralarlo y distraerlo por un rato para hacerle algunas preguntas que sacien nuestra curiosidad”. E inventé un operativo en el que nos íbamos a repartir desde diferentes posiciones, comunicándonos mediante el teléfono inalámbrico las novedades. “Estoy seguro que si viene en su famoso trineo volador, el gordo tiene que llegar por la terraza: ahí vas a estar vos con Maggie; mamá va a apostarse en la puerta de calle, y yo me voy a quedar vigilando las ventanas y los balcones. Contábamos con la colaboración de Marta, amiga de la familia que ese año lo pasaba con nosotros, y acompañaría a los chicos hasta la terraza, además de terminar de convencerlos de que esa sería la posición privilegiada para la caza del gordo.
En realidad el operativo le puso un paréntesis de juego a una sospecha que ya no se podía seguir frenando, creo que esta especie de búsqueda del tesoro fue lo que lo llevó a Lautaro a olvidar por un momento el desenmascaramiento de la farsa. De todos modos, tratamos de entusiasmar lo más posible al inquieto infante con la cacería navideña para alejar toda posibilidad de preguntas embarazosas. Y llegó el momento nuevamente, pero esta vez, algo definitivamente imprevisto ocurrió.
Llegaron las 12 de la noche, brindamos, y Marta tomó rápidamente a los chicos de la mano y los llevó a la terraza con un teléfono inalámbrico. Lilian vigilaba mientras yo acomodaba los regalos y ella hablaba con los chicos, por el intercomunicador. Hasta nos llamábamos por nombres en clave ridículos, diciendo “atención tortuga verde, aquí ciervo plateado informando novedades, cambio.” Lautaro llamaba a cada rato para decir que no veía nada, que ya había que bajar, y a mí no me daban las manos para acomodar regalos, entonces le dí la señal a Lilian, me alejé del arbolito y me fui al balcón de atrás, gritando de pronto “¡Lo ví, lo vï!” Lautaro ya estaba entrando, y siguió de largo los regalos, yendo en mi búsqueda desesperada. “¿Dónde está, dónde?”, me preguntó a los gritos. “Se fue por allá”, le dije, “es muy rápido”, y le señalé el balcón de adelante. Lautaro se fue para allá corriendo agitadísimo de emoción, y de pronto empezó a gritar “¡Ahí está, lo veo, es Papá Noel!” Y comenzó a gritar desaforados saludos en todas las lenguas que conocía, mezclando frases en inglés y castellano, con restos de portugués e italiano. Lo llamaba “Santa”, Viejito Pascuero, Papá Noel, le gritaba que lo quería y que gracias por todo. Creimos que había enloquecido por la sugestión, que estaba delirando, pero no, era cierto, en el balcón de la casa de enfrente había un perfecto Papá Noel saludando al ferviente y agradecido admirador. Lautaro le tiraba besos, Maggie reía como loca mientras lo saludaba como a un viejo conocido, hasta que Papá Noel entró a la casa de los vecinos con su bolsa de ragalos, y al rato salió por la puerta principal de la casa de enfrente, con un plato lleno de pedazos de turrón y pan dulce, y los repartió entre los vecinos que estaban en la vereda, ante las lágrimas emocionadas de Lautaro (Maggie se lo seguía tomando como lo más natural del mundo). Unos minutos después, cuando bajamos a la vereda, nuestra vecina de enfrente cruzó, y avergonzada nos pidió disculpas por habernos arruinado la navidad. No entendimos lo que nos decía hasta que aclaró: el perfecto Papá Noel que vimos era ella, que se había disfrazado para unos sobrinos más chicos que los nuestros que pasaban la navidad en su casa. Cuando se disponía a entrar por sorpresa, la interrumpieron los gritos de Lautaro, y como lo consideraba un pequeño genio, creyó que su disfraz no era bueno, y por lo tanto, la había reconocido y había descubierto la no existencia del famoso gordo repartidor de juguetes. Le explicamos que en realidad había ocurrido lo contrario, que el disfraz era tan bueno que ni siquiera nosotros la habíamos reconocido, y que nos había dado la imposible prueba empírica que el rigor científico demandaba para sostener la creencia del pequeño niño genio.
Así fue como aquella vez salvamos a Papá Noel de su coma, aunque claro que no por mucho tiempo, ya que un par de navidades después los dos me confesaron que no creían y que era más que evidente la verdad, pero que estaba bueno seguir jugando a Papá Noel, y ahora mismo, mientras termino de escribir esta historia que les quería regalar, jugamos a las escondidas unos de otros, armando paquetes, ocultando regalos y haciendo emotivas etiquetas que cargan en sí las pequeñas emociones de tantas navidades donde hemos hecho tantos esfuerzos por mantener vivo a Papá Noel, que esperemos que siga gozando de buena salud, a pesar de su gula y el estrés navideño, por muchísimos e incontables años más.
¿A que no saben quién se reivindica hoy por hoy como el miembro más navideño de la familia? Claro que no podía ser otro que aquél que sorprendió a su máximo símbolo con las manos en la masa..

Abriendo regalos en casa, Navidad de 1995. Atrás de todo está Lautaro exhibiendo su regalo, más adelante Marta con Maggie, En primer plano, Lilian. Instantes antes, Lautaro vio a Papa Noel entrando a la casa de los vecinos de enfrente.


Y a propósito de todo esto, ahora los tengo que dejar, todavía me faltan regalos por comprar y los negocios van a cerrar. Pero antes, quise regalarles esta historia vívida y real, para rescatar algo de esa magia que tiene especial significado en estas fechas, donde todos ponemos un granito de arena para mantener viva la ilusión infantil, que nos vuelve otra vez puros a nosotros mismos.
¡FELIZ NAVIDAD! ¡SI LOGRAN ATRAPAR A PAPÁ NOEL, DENLE UN ABRAZO ENORME DE MI PARTE, POR TANTAS ALEGRÍAS QUE NOS DIO Y NOS SEGUIRÁ DANDO , A LO LARGO DE NUESTRAS VIDAS! ¡FELICIDADES!

31 comentarios:

Marisa Peña dijo...

¡Qué historia!Me encanta tu familia... Madre mía en el 94 yo aún no me había casado y faltaban tres años para que naciera mi Irene."Y cómo pasa el tiempo que de pronto son años..." Feliz Navidad para todos, para esa estupenda familia que tienes y para ti, que te mereces lo mejor de lo mejor. Un abrazo enorme que no cabe en este pequeño comentario (reparte entre los tuyos un poquito del afecto que te mando)

Unknown dijo...

Hermoso relato, Alejandro, un abrazo muy grande a todos con fondo de mar y en una madrugada maraviollosa!

Besos
de:
Kathy
Irina
Catilí
Anita Belén
Guille
and
tiovivo

abbas cucaniensis dijo...

Estimados:
Yo tuve de muy chico una experiencia nefasta con el susodicho. Andaría por los cinco anios, cuando una nochebuena a mi viejo se le ocurrió de repente encarnar al personaje de marras. Entre la poca pericia actoral de mi padre y lo improvisado del vestuario escogido (destacaban gorro y barba oficiales, pero también había un sobretodo viejo de color arratonado, una cadena de luces de arbolito enredada por toda la anatomía, un bolsón archiconocido y, en especial, las chancletas Sorpasso), además de llevarme un julepe de novela, terminé por perderle cualquier tipo de carinio (a Papá Nuel, no a mi viejo, entiéndase) y a dudar seriamente de la existencia del coso ese (el sobretodo, vaya y pase, pero las chancletas!). De modo que lo que a mi viejo le pareció una idea entretenida y aleccionadora entre cerveza y cerveza (me lo estoy imaginando!), vino a causarme un modesto trauma infantil, pero también ayudó a un desarrollo no menor de otras habilidades. La retórica, por ejemplo. Recuerdo, más adelante, haber puesto todos los recursos de argumentación y persuasión al servicio de la misión de proclamar entre los amiguitos del colegio y de la cuadra la inexistencia y nulidad de Papá Nuel, contrastándola con la evidencia y eficacia de los Reyes Magos, que se me antojaban más reales (en todo sentido del término). Para empezar, tenían un toque exótico (camellos), aunque no exagerado (los camellos no vuelan, y eso lo sabe todo el mundo); había pruebas patentes de su paso (desaparecían el agüita y el pasto); existían rituales de guardar (zapatitos y a la cama); eran tres, lo que simplificaba la división del trabajo; aparecían en la biblia; sus nombres eran simpáticos; etc.
No sé si alguna vez dejé de creer en ellos. Y eso sí, una vuelta que fui a la catedral de Colonia, me costó no emocionarme al contemplar su supuesto sepulcro.
Como les queda relativamente cerca, los esperaré, ya dormido, el 6 de enero, y si no aparecen, será, como decía Dolina, porque me porté mal.
He dicho.

April dijo...

Que relato más curioso y con un desenlace bastante interesante. A eso se le llama Coincidencia.
Me puse a recordar (como le debe haber pasado a mas de uno leyendo esto)aquellos dias cuando uno comienza a dejar de creer sin hacerlo. A mi me tocaba que viniera alguno disfrazado y dejara los regalos, saludara y se fuera. A eso de los 5 o 6 me plantaba a fin de año diciendoles a mis parientes en la mesa 'Papa Noel no existe', hasta que los jodia tanto que me llegaban a decir 'No! está bien, no existe! feliz?', ahi me quedaba callada y decía... 'En serio? no, pero... me estas mintiendo'. La verdad que en el fondo uno quiere creer, es un mecanismo constante el mentirse a uno mismo para preservarse.
Eso y que... por lo gral los padres tienden a mentir con todo: 'el raton de los dientes!', 'no, tu perro se escapó', 'no es pescado, es pollo, come, come'.--
Digame, sinceramente, si no es molesto ser perspicaz. Le quita toda la gracia a lo que sea.
En fin, como siempre un gusto. Y en respuesta a lo anterior (lo de la cosa que todavia no puedo decirle) yo no me aguanto de decirlo, pero traigo mala suerte cuando espero algo, o sencillamente cuando lo digo (y no es que sea supersticiosa porque eso trae mala suerte, pero...), creame que me pongo a ver un partido, perdemos; digo que voy al museo, llego y está cerrado; comienzo con algun taller o algo y el profesor/a se enferma de algo... etc-
Muchas Felicidades, ojala la hayan pasado bien, todavia nos falta terminar el año! (que parece haber sido tan fugaz que aun tengo latente en la memoria la muda de año previa a esta).

Anónimo dijo...

La verdad que una familia muy original la suya... una historia hermosa para una fecha así.
Mi recuerdo más lindo de Navidad es precisamente del año 94, cuando estabamos reunidos en la casa de mi abuela y despues de abrir los regalos ahi, cruzamos a mi casa para ver que habia dejado papá noel (que en realidad eran papa Daniel y mama Emilce...shhh!) y me encontre con los regalos en una bolsa roja. Eso significaba que mi casa habia sido la ultima que este gordito habia visitado...se imagina? justo mi casa la ultima en el mundo...una alegria enorme...un recuerdo que comparti con mis amigos hasta por el año 99 cuando por desgracia me dijeron la verdad :(
bueno...FELIZ NAVIDAD!!!
ceci

A los que se han apagado.- dijo...

Uf, a mi también me encantaría viajar alguna navidad para ver todo desde otro lado, pero estas festividades ya están MUY establecidas en mi familia. 24 en lo de fulanito, 25 de menganito y así hasta el 31 pero bueno, no reniego de eso porque la verdad que lo paso bastante bien.
Esto de la navidad es muy cliché para mi gusto, pero creo que nunca hay que negar un saludo, no? Asique espero que tengas unas muy felices fiestas junto a toda tu familia. Agradezco que hayas compartido tantos escritos con nosotros, seguidores de los blogs y bueno, no puede faltar: que tengas un buen 2009!

Un abrazo :)

Gabriela Daumas dijo...

Goliardo que buena historia , la noche buena hablaba con una amiga , hablabamos del bajon que a veces nos produce la navidad y la razon creo que es cuando nos sentimos solos ( lease que alguein falta en la foto ) y tu relato tus fotos estan completas , hermosamente completas .
Un abrazo

©Claudia Isabel dijo...

Increible relato!
Las peripecias por mantener la creencia en nuestro obeso y querido amigo!
Justamente le contaba a un amigo que no recuerdo haber creído alguna vez en él, y confieso que me hubiese gustado ser crédula y menos lógica!
Un abrazo enorme y gracias por compartir esta hermosa historia!

Anónimo dijo...

Feliz navidad !!!
Gracias por los presentes que engrosaran mis humildes colecciones y mi cabeza. Fue loco que caigan en el barrio a lo papanoel a repartir regalos, Lautaro se equivoco en llevar esa remerita (siempre es despectivo el diminutivo)casi le meto un petardo por el bolsillo, zafo.
Ahora solo queda tomar ese shampoo, puedo llevar helado de limon y es re divertido y fresco cual lechuga.

Respecto al texto: Lautaro es un hincha huevo de pequeño !!! maldito pregunton...

Felices aquellos que ignoran.



Marcucho

Isabel Mercadé dijo...

Los hijos devuelven e incluso aumentan la magia de los maravillosos días de la Navidad de la infancia. Después, cuando se hacen mayores, la magia, como las luces, se va apagando. Pero veo que tu familia hace lo posible por mantenerla. Deseo de todo corazón que lo consigáis, y no sólo estos días, ojalá tengas contigo esa magia siempre.
Un enorme abrazo.

Anónimo dijo...

Aburrida de estar tdo el dia disfrutando de uno de mis regalos navideños (gracias ya que estamos, no necesito aclarar que me encantó) subi a aprovechar tu ausencia e investigar un poco algunas páginas. Entré a una que hacá rato que no visitaba (www.postsecret.com) Es de un estadounidense que recibe postales con secretos de todo tipo y los sube a su página. Me encontré con uno con el que me senti identificada y lo subí a mi fotolog (www.fotolog.com/maggielo_k). Después de eso pasé por aca, leí el post y entendí todo. Gracias por cultivar este espíritu navideño en mi. El tiempo pasó y nunca va a volver esa sensación de nervios, ansiedad y tantas otras cosas que provocaba en mi papanuel, pero nos la revuscamos para pasarla bien y seguir haciendo que la navidad sea uno de los días mas esperados del año.
Gracias papi! Te quiero :)

Anónimo dijo...

Eu re ortiva eso de que lo tenes que autorizar!! no lo volvi a leer asique no se que puse =P

Anónimo dijo...

Una historia muy linda!!
Lo más bonito fue pasarlo en familia y viviendo una aventura. Me encantan las aventuras... y si en medio de una de ellas aparece Papa Noel... mejor!! :)
Feliz Navidad!!!

Goliardo dijo...

Abro este hermoso regalo, con atraso, como para continuar el festejo por unos días más. Gracias Marisa querida, me hace feliz compartir esta navidad contigo, con tus hermosas palabras y tus maravillosos versos. Ya he repartido con mi familia, que agradece y retribuye. Y como me cuentas que tienes una Irene en casa, espero que esa paz que significa el nombre te acompañe siempre a tí y a los tuyos por siempre. Un gran abrazo, querida amiga.

Goliardo dijo...

¡Tiovivo querido! ¡Qué lindo recibir este saludo conjunto! Acá en casa nos hemos regalado unos a otros películas y series, y estamos mirando y comiendo sin parar, aislándonos felizmente del mundo, aunque me conecto un poco para encontrarme con la gente querida. Espero que la hayan pasado muy bien, y que estas vacaciones nos permitan alguna escapada para aquellos mares queridos. Mientras tanto les mandamos abrazos llenos de historia y afecto en común, de Lautaro, Maggie, Lilian y ALejandro ¡Felicidades y salud!

Goliardo dijo...

Abbas, hermano del alma y de tantas vivencias compartidas, me ha hecho reir hasta las lágrimas; y a la patrona ni le cuento, pensé que la perdía en un atragante de carcajada.
Es cierto que en un punto se cae la teoría papanoeliana y se muestra como más sólida la reyesmaguiana, me parece que a mí me pasó otro tanto, pero no desarrollé sus dotes retóricas, sino que me lo guardé pa' mí. En otro orden, le confieso como padre que la producción del escenario de reyes es notablemente más sencilla que la de navidad, aunque a veces se hace un poco duro que los pibes se duerman. Pero también hay otra cosa cierta, es la primera festividad o tradición que se cae, una vez que se desenmascara el mito. Ahí tenés, seguro que dejé pensando.
Le deseo una muy feliz navidad y post navidad, ya que espero saludarlo antes del año nuevo. Brinde con las chicas alemanas de mi parte, como para variar un poco, que con hombres andamos brindando todo el tiempo por estas fechas.
¡Salute e saluti!

Goliardo dijo...

April querida, me hiciste reír mucho viéndote cómo ponías en aprietos a los adultos con tus preguntas desde chiquita, ¡qué personaje!
Es muy cierto lo que decís sobre las mentiras que inventamos o mantenemos los padres, pero es una pesada herencia cultural que no nos animamos a romper por el simple y sencillo hecho de que tememos hacer más infelices a nuestros hijos por no tener las mismas ilusiones que los otros. hace poco mi ahijado barilochense, Franco, me decía que lo del ratón es una mentira de los padres, y yo no empecinaba inútilmente en convencerlo de su error. E imaginate que el chico no tiene un pelo de tonto, y terminé haciendo un papel algo lamentable. Y claro que no lo convencí, y él me decía algo muy parecido a lo que decís vos sobre las mentiras de los padres. Glup.
No creo que traigas mala suerte, aunque a veces yo tengo la misma sensación: soy de los que lava el auto para que llueva seguro. No me adelantes nada, sé como es eso, me hago el olvidadizo y listo.
Bueno, Sole, me alegra tu visita de vacaciones, confirma que nos vamos a seguir "viendo", y le quita carga al reencuentro del nuevo comienzo de clases que hoy es muuuuuuyyyy lejano. Después de todo, cuando yo era chico volvía al colegio contento pensando en el reencuentro con mis compañeros y también con las maestras ¿Por qué no recuperar eso? Una abrazo muy muy muy grande, y espero que hayas tenido una hermosa navidad con tu familia, ahora que no hay peguntas incómodas que puedas hacerles, jajaja. Mil saludos.

Goliardo dijo...

Ceci, super ex alumna querida, un aplauso caluroso para papá Daniel y mamá Emilce que superaron ampliamente todas nuestras ideas para preservar el mito. El encuentro con el papá Noel de los vecinos fue una casualidad, en cambio lo de tus papás estuvo inteligentísimamente bien pensado. Ya veo que tenés a quien salir. De todos modos, como dice mi amigo Abbas, quizás papá Noel también existe, si no viene es porque quizás nos portamos mal. ¡Feliz Navidad, Ceci! Espero que el gordo amigo te haya dejado los hermosos regalos que le pediste, porque conociéndote, seguro que vos te portaste muy bien. un abrazo enorme.

Goliardo dijo...

Flora querida, hay una etapa en que la navidad pierde la magia, y se vuelve una especie de gusto que le damos al resto de la familia. En esa época yo le empecé a dar más importancia al año nuevo, y en ocasiones me dio por una especie de interés antropológico de ver como eran las fiestas en otra parte, y entonces nos tomábamos vacaciones desde antes de año nuevo, como para iniciar el año en otra parte. Así fue como lo pasamos en Israel (donde el año nuevo no se festeja, es un día más), en Chile, y hasta en Colonia, Uruguay, mirando con nostalgia, como exiliados, el resplandor de los fuegos artificiales de la costa de Buenos Aires (increíble). Creo que está bueno que festejemos el cambio de ciclos, que le pongamos ganas a lo que empieza. Y en cuanto a la navidad, ya verás cuando haya niños de or medio como recupera la antigua magia. Por eso, deseo que lo hayas pasado de los más bien, y también que este 2009 sea otro año de reencuentros. Te mando un gran abrazo.

PD: ¿Cómo no va a ser bueno este año, si viene Radiohead?

Goliardo dijo...

Gracias, Ana Gabriela, es cierto eso de las fotos, aunque mis hijos ya empiezan a abrir las alas, y este año el año nuevo ya no lo pasamos juntos. Pero si miro a las navidades de mi infancia, ya van faltando algunos. Es agridulce, pero la navidad me los trae en el recuerdo feliz, y yo les sigo sirviendo una copita, aunque sea en mi alma, porque la gente a la que uno quiere, no se va nunca, se nos quedan pegados como hermosos abrojos en el alma.
Te mando un caluroso deseo de felicidad y magia para esta navidad que pasó, y para el año que se nos viene. Besos.

Goliardo dijo...

¡Claudia querida! ¡Feliz navidad! Tus visitas siempre son un regalo, y esta viene con papá Noel incluído. Te invito a pasar las próximas navidades en casa, te prometo que haremos lo posible para vencer tu incredulidad, como habrás visto, somos especialistas, jajaja. A propósito de eso, no me olvido que nos debemos un asado ¡Estoy de vacaciones! Por ahora, vaguendo como un loco sin ataduras, preocupaciones, responsabilidades ni horarios. Pero en los próximos días, prometo ordenarme y ponerme en movimiento. Un abrazo muy grande, despido a este año con la gran alegría de haberte conocido, y recibo al próximo con la certeza de que lo seguiremos compartiendo con mucha poesía. Mil besos.

Goliardo dijo...

Marcucho, parece mentira, tanto tardé en responder el comentario, que ya hicimos todo lo que decías ¡Qué bueno! ¿Tenés planes para mañana? Mirá que me quedaron un par de Chandon más, y viste que a Lilian no le gusta... En fin, quizás para la próxima respuesta a un comentario tuyo, los susodichos Chandon ya no estén entre nosotros. ¡Un abrazo, querido! Nos vemos, y si no, nos escribimos.

Goliardo dijo...

Bel, amiga queridísima, has estado cerca esta navidad. Si bien no pude bajar la canción de Judy Garland, sabes que la he tarareado denro mío toda la noche. Y además me hice un regalo de navidad (digamos que fue de tu parte): La hora de la estrella, de tu querida Clarice está junto a mí y lo estoy disfrutando. También conseguí La araña, así que después me comentas.
Con respecto a los hijos, así somos también, vamos y venimos. Los míos se quedan en casa el año nuevo a pasarlo con sus amigos, mientras nosotros vamos a lo de mi mamá, a pasarlo también con mi hermana (hacía años que no lo hacíamos, como se ve en este mismo post). A propósito, ¿qué tal la novia de tu hijo? Mira que yo entiendo del tema, aquí mismo me deja comentarios mi yerno, Marcucho ¡Hasta acá tengo que aguantarlo! (mentira, hace rato que se compró mi corazón, y lo peor es que él lo sabe).
Sinceramente, espero que hayas pasado una hermosa navidad, y otra vez te doy las gracias por el "regalo" que me has hecho (a veces se hace sencillo acortar las distancias). Te mando un abrazo real y verdadero, ignorando las distancias que cada día negamos mejor.

Goliardo dijo...

Hijita del alma, aunque ahora te veo todo el día, me alegra el corazón encontrarte por estos rumbos. Me encantó la etiqueta que pusiste en tu flog, no te hagas problema que mantenemos el espíritu y la magia navideños intactos. La verdad es que tenés muy buen instinto para regalar, te preparamos para que seas un excelente Papá Noel... Pero no hay apuro, ¿eh?
Sabés que te quiero con toda mi alma, y que cada día estoy más contento de tener a esta mujercita hermosa en mi casa, sin apuro por volar ¿o no? ¡Cuántas preguntas, papi! Sigamos disfrutando de esta larga navidad en familia, entonces. Te quiero mucho, por si no te quedó claro.

Goliardo dijo...

¡Lore querida! ¡Qué decir que ya no te haya dicho! Simplemente, gracias por existir, y por compartir conmigo estos hermosos y atesorados recuerdos ¡Brindemos por todas las hermosas aventuras que te quedan por vivir, en ese maravilloso mar que nos estás regalando, y en los mares reales que te esperan para darte toda su plenitud! Un gran abrazo.

MeLii dijo...

profeee!!
sii volvi..es un orgullo que me firme el blog!y la verdad que despues de 17 años viviendo con mi papa y mi hermano y alguna que otra experiencia que he tenido,conosco bastante a los hombres pero siempre te pueden sorprender.no digo que las mujeres seamos diferentes solo que como mujes este es mi punto de vista.
cambiando de tema,es el unico profe con el que me mantego y quiero mantenerme en contacto despues de las vacas..sino lo extraño..jeje es como un idolo para mi y el dia de mañana cuando termine mi profesorado de historia quiero ser como usted :):)
en fin..me mato la foto de "sin coemntario" jejeje...
gracias por aguantarnos aun terminadas las clases y en clases tambiem...con cariño le deseo muchas felicidades y espero que papa noel se haya portado biem..y sino,tengamos fe en los reyes!!!
un beso y un abrazo grande!!

charlotte dijo...

maravillosas anécdotas, me has dado ganas de volver a festejarla!, un abrazo grande goliardos, siempre un placer leerte, buen final de año, y maravilloso comienzo del próximo!
Beso de burbujas y copas largas!

Goliardo dijo...

Gracis, Meli por todo lo que decís, es un honor recibirte por acá en vacaciones. Te mando un fuerte abrazo, y espero que hayas pasado una muy feliz navidad.

Goliardo dijo...

Gracias Charlotte, lo mismo digo. Si te parece, las próximas navidades las pasamos en el salón abismo y me disfrazo de Papá Noel, así te reincorparamos a las huestes navideñas, jajaja. Muchas felicidades, espero que nos crucemos antes de fin de año. Mil besos.

Mariel Ramírez Barrios dijo...

Ey
el propenso a la gula,la mala vida y la molicie,antes cura descarrilado!
GOLIARDO!!!!!!!!
me deleitè en tu relato
MARAVILLOSO
pero nunca
nunca
desde que leì tu apellido
me atrevìa a pensar que eras su hijo
y ahora vì su foto en la columna izquierda de tu blog
Es cierto
o es una joda?
Lunadei es casual?
No soy cholula
es que -no me voy a explayar aquì-para mì,que tengo 51 años,fue uno de los màs grandes.
Admiro a tu madre y còmo escribe
ademàs es
"manitaquerì"
pero si Gianni era tu papà,ES TU PAPÀ.
CARTÒN LLENO
disculpame si le errè el vizcachazo y la foto de tu side bar està ahì que se yo porquè
pero si sos hijo de Alicia
sobrino de Roberto
y ahora
HIJO DE GIANNI LUNADEI
es mucho para mì.
me voy a tomar aire.
pd
QUE COSA
POCOS PADRES NOS HEMOS TOMADO TANTO TRABAJO PARA MANTENERLES LA ILUSIÒN POR EL MAYOR TIEMPO POSIBLE
PERO
A NO DUDAR
VALE LA PENA.
UFFFFFFFFFF
QUE FAMILIA,HERMANO.

Goliardo dijo...

Efectivamente, Mariel, haz recitado parte de mi árbol genealógico, y haz completado el triángulo de los orígenes de mi historia: mi adolescente tío Roberto (17) presentó a su amigo (Ramos Mejía, 1956 ca.), papá Gianni, con su manitaquerí Alicia. Ambos quedaron flechados, pero luego se distanciaron y reencontraron años más tarde, y fruto de ese accidentado, tormentoso y conflictivo amor, nueve años más tarde nací yo. Para mayores detalles, hay dos post dedicados a papá: "Gianni" y "La ventana mágica", en donde además encontrarás fotos infantiles de papá en su Italia natal. Entre otras cosas, este blog, que mezcla poesía y ficciones con historias personales que se vuelven relatos (como este último post), es un rincón que va recuperando, inevitablemente, anécdotas de papá. En un entrada más reciente, "El amigo de Chicho", Hay otra anécdota donde papá es protagonista. De más está decir que la familia es un gran orgullo para mí ¡Y no conocés al resto! Te agradezco mucho por tu visita, por ser seguidora de mamá y de tío, y por ese gran recuerdo que tenés de papá. Desde ya, sos una amiga de esta casa, y te espero cuando quieras.

PD: Es cierto lo del trabajo arduo y grato a la vez que es ser Papá Noel, jajaja.